La narración histórica y la narración ficticia

La narración histórica y la narración ficticia

¿Cuál es la posición del narrador en el texto de la narración?

El hablar de un narrador no rompe la ausencia de comunicación hablada, que tiene lugar cuando se contempla un relato en su representación. Se percibe que alguien habla ejemplo cuando el labrador, Pedro Alonso,  del capítulo V, reconoce a don Quijote:
-Señor Quijana- que así se debía llamar cuando el tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante-, ¿Quién ha puesto a vuestra merced

¿Quién hace esa suposición aclaratoria? Esa frase no es de la representación, pues es una frase propia del hablar. Pero como no hay nadie detrás de ella, a esa voz la llamamos narradora, pero no está actualizada y por esto la llamo inmanente. ¿Quién actualiza esa frase? El lector, sin duda, que al leerla recibe y acoje el hablar de alguien, pero no sabe quién es, porque en realidad no es nadie.Es incompatible con una comunicación hablada real.

Si se trata de una representación histórica, el narrador en el texto – su hablar– no pertenece al mundo representado. Puede ser auténtico el manuscrito y su soporte, el pergamino y su contenido, lo representado, y el cronista personaje de la historia y conocedor de su tiempo, pero serán históricos y reales si se demuestra y verifica que lo son. Verificación que ha de realizarse con pruebas externas, lo que diga el texto no es prueba El texto no se verifica a sí mismo.

Por ello si se trata de una representación histórica o ficticia da lo mismo, no supone diferencia alguna. Salvo si el contenido de la ficción representa lo imposible, por ejemplo, pájaros que hablan,  y este caso no cabe una comunicación real. Asunto extralingüístico, porque lo da el conocimiento de la realidad. El escritor del texto narrativo histórico y el del texto ficticio son personas reales. Pero los dos narradores son inmanentes, activados por el espectador-lector.

Entre un cuenta-cuentos y un trovador de historias verdaderas no hay diferencia. Su hablar en ambos casos es una actuación escénica, no es hablar real.

Sin duda el narrador es un hablante como los actores lo son entre sí. Pero solo habla del mundo representado y sus oyentes no son interlocutores, sino son espectadores. Y entre ambos hay una mampara de separación. Se oye pero no hay contacto. Es la comunicación imitativa, la propia del espectáculo. Los espectadores escuchan como oyentes, pero no son interlocutores con el narrador. No se encuentran en real situación comunicativa. La voz del narrador y la representación están al otro lado de la mampara. Dos mundos que no se encuentran entre sí. Por tanto lo que tenemos en la narración ficticia y en la narración de asuntos reales es una inauténtica comunicación hablada.

El narrador no es propiamente un hablante del mundo real y el lector no es un lector del mundo común y actual, un lector de periódicos, por ejemplo, sino un lector (o en su caso un oyente) del mundo representado. Él se ha metido en ese mundo, abdicando de la realidad. Y logrará desde ese mundo una visión nueva de la misma realidad de la que ha salido.

Cuando una persona entra en el teatro, se pone a leer una novela, lee un texto histórico narrado, abre como espectador o lector un paréntesis en el tiempo de su mundo real y actual. Entra en el mundo de lo representado.

El narrador del mundo fingido se dirige a su audiencia de lectores o espectadores y les habla de asuntos imaginarios. Este sujeto está hablando en ese mundo y no puede salir de él. Es un ente de ficción, tan ficticio como son ficticios los personajes. En la narración escrita aparece una voz que se dirige al lector, le mete en la ficción y le saca de la realidad. El lector se ha convertido –aunque lea – en espectador de un mundo ficticio, en el sentido de representado y no real. También el lector espectador es durante un tiempo un ente de ficción en el sentido de que vive en la imagen representada. Estamos en la situación de comunicación replicada, que no es la primordial del lenguaje. La primordial es el hablar común. Hay una actividad consistente en el hablar común y otra actividad que consiste en la imitación de ese hablar. Así entiendo que lo dice Aristóteles en la Poética.

Si embargo hay que distinguir entre historia y ficción. Narración real o narración ficticia. Y ¿cómo distinguimos estos dos relatos?  Cuando se lee  historia ficción se podrá distinguir una de otra si sabe historia. Es de necesidad olvidarse del texto y entrar en el juicio de su contenido.  Esto es  de importancia para escribir narraciones y para leer, separar. Si se representan hechos reales, me meten en la realidad histórica representada, pero porque ya lo conozco.