La diferencia que se encuentra entre el discurso presente, el hablar, y el discurso pasado, narrar, reside en que no se puede contar una historia en presente, se tiene que contar en pasado. Porque las historias son sucesos encadenados y en el presente no se pueden encadenar. Los sucesos en presente muestran una acción y la siguiente desvanece a la primera, solo pueden sostener una, son un momento y dejan de ser, son como el tiempo mismo que pasa.
Una historia encadenada de sucesos tiene que estar en el pasado, porque la representación hace que estén juntos, vuelven a ser presentes y se sostienen juntos porque un hablante los sitúa en su a su pasado. Es decir, en el pasado se puede narrar y en el presente, no. La serie de acciones, serie verbal en la lengua, tienen un punto, el tiempo que pertenece al que cuenta el suceso, que permite algo así como la unión de su conjunto.
Pongamos un diálogo. Los intercambios entre hablantes se suceden en presente y ese presente pasa, pasan los intercambios como pasa el tiempo. No pueden juntarse, porque el tiempo se detendría. Un ejemplo:
–Estad alerta.
– ¿Qué ocurre?
– El eje.
_¿Se ha roto?
-Sí, señor.
El diálogo es siempre una sucesión de momentos presentes, el tiempo de los interlocutores. El hablar es siempre presente. Las intervenciones se pierden y no pueden juntarse. Y ocurre que, al poner su contexto, el cómo y cuándo sucede, el diálogo se va al pasado porque ya es un suceso contado junto.
Se rompió el eje. Se oyó un estampido que sacudió el barco. El capitán preguntó. Y de la sala de máquinas le vino la respuesta. Sí se había roto el eje. Eso era.
En el presente las acciones pasan y en el pasado se cuentan. Se representan. El diálogo del discurso presente es diferente al diálogo del diálogo en el discurso pasado. El primero es vivo y se escapa, el segundo es representado y se junta.
En ambos casos es el tiempo humano el que hace que la lengua sea temporal. En el primero los hablantes mismos con su presente y en el segundo el narrador con su pasado. Este ha puesto el suceso en su pasado temporal y lo ha representado.
Y con este preámbulo llegamos ahora al caso de la desconexión entre la lengua y el tiempo, que es el momento de la desaparición del hablante. El hablante en la tercera persona desaparece, puesto que las personas son el yo-tú. Si no se le recupera a una persona con el contexto o la atribución. El caso de la frase en tercera persona es que no se sabe quien la enuncia, Es necesario atribuida, por el contexto de la situación o por la atribución en otra frase, dijo Matilde. Por ello la tercera persona es el lugar de la desconexión. Ya he descrito la desconexión en el discurso del narrar, que da lugar a la narración en la que nadie habla, que he llamado narración segunda, en contraposición a la narración hablaba por un narrador que es la primera. Paul Ricoeur la llama narración configurada por la mimesis II.
La desconexión entre tiempo humano y la lengua hace de la lengua un objeto atemporal. Esto tiene lugar en tercera persona, es decir, cuando ya no hay persona y la frase es objetiva. En el texto no hay narrador, pese a lo que digan los narratólogos.
Pues bien, ahora dejamos la narración y vamos a considerar la desconexión en el discurso del hablar. Porque en este discurso también el hablante se desconecta. En el hablar presente no puede haber historias y por lo tanto, no hay acciones encadenadas en serie en tiempos pretéritos. Todo es presente y simultáneo.
Porque en este discurso se emplea la tercera persona. Pero
el discurso presente en tercera persona a diferencia del discurso en en pasado no contiene ninguna historia, el discurso presente del hablar no trata de acciones encadenadas, no contiene sucesos.
Cuando en el pasado se desconecta aparece la segunda narración o narración atemporal y configurada. Que consiste en la imitación de las acciones en una trama. La representación de lo que pasó en la vida. pero cuando en el presente se desconecta el hablante, no tenemos historia y todo es simultáneo y atemporal. Este discurso del presente es el lenguaje de la exposición y de las cosas sin suceso alguno.
Si la desconexión tiene un efecto notable en la narración, no lo tiene tanto en el discurso del hablar presente, pero también se produce. En este discurso el hablante no se narra, porque como ya se dicho, en el presente no se puede narrar. No hay sucesos unidos por una serie verbal y tenemos la simultaneidad de lo presente.
Cuando tiene lugar la desconexión por efecto de la tercera persona, frases que no dice nadie, como en un tratado de geología, tenemos un discurso sin persona que lo pronuncie y por lo tanto atemporal. En él no se habla de lo que pasó, porque todo era antes un presente fugitivo y ahora un discurso de lo simultáneo. Es un discurso en tercera persona, s<de algo simultáneo y atemporal, como lo es un tratado acerca de cualquier realidad la geometría o el bosque. . La representación no es de un suceso de la vida, sino los estados de las cosas.
El pino de Macedonia tiene unos quince metros de altura, la copa es cónica y esbelta, es frondosa y sus ramas cortas y gruesas. En España se encuentra en todas las costas menos en el norte.
¿Quién habla en este discurso presente de tercera persona? El párrafo puede venir en una guía de árboles de Europa de un autor llamado Gerd por atribución editorial. y esa es una atribución editorial. Gerd no habla. El texto está desconectado del hablar humano y por lo tanto, no es presente, sino atemporal, aunque los tiempos gramaticales sean presente.
El discurso presente en tercera persona y sin hablante no tiene nombre lingüístico. El que le puede cuadrar mejor sería, quizá, discurso de prosa, pero esta denominación tropieza con la contraposición a verso. Y es prosa en contraposición a suceso o narración.
Este discurso del presente es el lenguaje de la exposición y de las cosas sin suceso alguno, descriptivos, argumentativos, expositivos, instructivos, informativos. Todos ellos con la estructura de la comunicación inexistente. No puede aparecer la relación yo-tú. Si se descubre que este uso del presente es atemporal se ahorran muchos quebraderos de cabeza al querer explicar las dimensiones del presente. Este no es presente universal, sino un no-presente. No hay que buscarle dimensión.
José Antonio Valenzuela