Curación de un sordomudo

Mc 7,31-37 

31De nuevo, salió de la región de Tiro y vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis. 32Le traen a uno que era sordo y que a duras penas podía hablar y le ruegan que le imponga la mano. 33Y apartándolo de la muchedumbre, le metió los dedos en las orejas y le tocó con saliva la lengua; 34y mirando al cielo, suspiró, y le dijo: —Effetha —que significa: «Ábrete». 35Y se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y empezó a hablar correctamente. 36Y les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, más lo proclamaban; 37y estaban tan maravillados que decían: —Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Universidad de Navarra. Santos Evangelios EUNSA. Edición de Kindle.

Comentario general

Este pasaje está asociado al suceso anterior, fue a Tiro, atendió a la mujer sirofenicia y al salir de allí en el regreso ocurre el suceso del sordomudo que aquí se relata. Los dos episodios tienen lugar  en territorio pagano y por esto suponen una separación del resto del los 9 episodios singulares que se han visto, y de los que se verán. Difieren de ellos porque Jesús solo actuó fuera de Galilea en Gerasa, con el endemoniado de la Decápolis. Que es el precedente único de esta incursión en tierra pagana.

Precedente de estos dos sucesos es también el episodio 16 donde se relata la invasión  de Galilea, que tuvo lugar antes de la elección de los doce, cuando una gran muchedumbre llegó desde las regiones fronterizas al mar de Galilea y entre ellas gentes  “de los alrededores de Tiro y de Sidón” “al oír las cosas que hacía”. Esta incursión en Tiro y Sidón parece, pues, una respuesta a esa invasión y, quizá, porque era conocido en esa tierra pagana, no quiso que fuese conocida su llegada, pues no actuaba fuera de Israel; aunque actuó del mismo modo que hizo en Gerasa y el endemoniado de la Decápolis, del que no se dice que fuera pagano, quedó allí como testigo de Jesús. De igual modo será testigo, aunque no se diga, la madre sirofenicia. Este episodio y el anterior tienen esto en común,  la manifestación de Jesús fuera de Galilea.

Lo que hace Marcos, como ya sabemos,  no es narrar por sí mismo los sucesos, sino establecer la secuencia de los que eran conocidos en la tradición oral, ordenándolos en el tiempo y en el espacio por medio de los itinerarios que sigue Jesús, pero este es algo diferente. El orden de los episodios que encuentra el lector corresponderá, por una parte,  a la realidad de los hechos y, por otra, a la configuración de su secuencia según un criterio narrativo. Por esta razón las frases que enlazan unos episodios con otros son empalmes que escribe Marcos, como el que da comienzo a este episodio: de nuevo, salió de la región de Tiro y vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis.  Esta frase pertenece al enlace entre ellos o más bien al cierre de la incursión en tierra pagana, para volver al mar de Galilea.  Los dos episodios están juntos y diferenciados del resto. Y el camino seguido, como se ve en el mapa, es extraño. El acontecimiento de la curación tuvo lugar en el centro de la Decápolis.

Es un suceso narrativamente desdibujado, como  si se hubiera buscado el momento de colocarlos en la secuencia. Nadie es mencionado con un nombre y el lugar tampoco, no se menciona a los discípulos como presentes, y la forma tan detallada de la curación parece sintonizar con la gente pagana, aunque en realidad los nueve casos particulares de curación que se han leído hasta el momento son todos diferentes, sin tipificación posible y además se indica que curó diversas enfermedades, no un tipo de ellas, aunque los profetas indicaron algunas como señales mesiánicas.

Jesús, que no es nombrado en el episodio, pide a la gente que no cuenten el milagro en continuidad con el pasar inadvertido de su estancia en Tiro, que no logró y ahora tampoco. Se representan los hechos sin explicación, salvo el significado de la palabra effetha que se traduce al griego. El porqué de los hechos queda al albur de las interpretaciones y a las comparaciones, siempre hipotéticas.

Lo que se percibe narrativamente es una notable vaguedad de composición: la misma imprecisión del extraño camino seguido desde la marcha hacia los confines de Tiro y Sidón para regresar por el centro de la Decápolis hasta el mar de Galilea.  Jesús se mueve en el ámbito de los pueblos limítrofes, sin nombres de lugares, y «unos» en plural y anónimos le llevan a un sordomudo y le piden la imposición de las manos.

Por tratarse de un camino sin una configuración geográfica clara, parece que Marcos ha colocado estos dos suceso en un itinerario que sirve de secuencia temporal y cumple una función de orden, sin que importe mucho el detalle geográfico fuera de Galilea. El momento en que sucede parece una colocación en la secuencia temporal. Los dos sucesos se han ordenado respecto a los demás, anteriores y posteriores, pero el camino seguido desde Tiro a la Decápolis es extraño y geográficamente difícil de seguir. Y no se puede pensar que Marcos no conociera perfectamente bien estos lugares.

La configuración narrativa se puede presentar según estas cuatro partes

1

De nuevo, salió de la región de Tiro y
vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea,
cruzando el territorio de la Decápolis.

2

Le traen a uno que
era sordo y que a duras penas
podía hablar y
le ruegan
que le imponga la mano.

3

a)

Y apartándolo de la muchedumbre,
le metió los dedos en las orejas y
le tocó con saliva la lengua; y
mirando al cielo,
suspiró, y
le dijo:
—Effetha
que significa: Ábrete

b)                            

Y se le abrieron los oídos,
quedó suelta la atadura de su lengua y
empezó a hablar correctamente. Y les
ordenó que no se lo dijeran a nadie

4

Pero cuanto más se lo mandaba,
más lo proclamaban; y

 decían:
—Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Observaciones

1 Consiste en la formalidad del empalme para entrelazar los sucesos. La Decápolis se sitúa en el lado sur oriental del mar de Galilea.

Decápolis, diez ciudades griegas

2 Las dos acciones que introducen los hechos, traen y ruegan, son desvaídas por ser de sujeto anónimo y plural y en presentes, es decir, acciones sin delimitación ni contraste y acompañadas por imperfectos, descriptivos del enfermo, sujeto enteramente pasivo. Y la intervención hablada en estilo indirecto, que es el menos narrativo, al cambiar el habla directa por el dicho del narrador.

3 a) La acción sobre el sordomudo está representada con seis acciones argumentales (dos están en gerundio, trasferibles a indefinidos) y una frase en estilo directo, que consiste en un dicho que es al mismo tiempo una acción imperativa, con la aclaración de su significado en griego por narrador.

3 b) La curación misma tiene menor relieve, son tres acciones que repiten el efecto sobre los oídos, la lengua y el habla, pero estos efectos positivos quedan amortiguados por el mandato de callar, que lo indica el narrador en estilo indirecto. El procedimiento de la curación es lo que se narra con relieve, pero no se menciona la fe ni del enfermo, que no puede expresarse, ni la de los que le llevan.  Quizá sintoniza con el entorno pagano.

 4 Como el narrador indica con sus palabras lo que pidió Jesús, induce a pensar que las frases conclusivas son comentario suyo, por el carácter de comparación de la reacción de la gente –cuanto más. más – ante el silencio que se les pide. La frase directa al final tiene, en cambio, un carácter conclusivo y claro: el parecer directo de los que tuvieron conocimiento del suceso. No lo dice el narrador.