Toda narración tiene un principio y un final. El evangelio, los cuatro, tienen un orden narrativo sencillo, los sucesos van desarrollándose de principio a fin. San Marcos conoce todo antes de escribir la primera línea. El final articula los sucesos de la historia, cualquiera que sea, también la del evangelio. Cuando se conoce el final es cuando se quiere conocer todo desde el principio. Así dice San Lucas que lo escribió para “poner en orden la narración de las cosas que se ha cumplido entre nosotros”. El fin que se conoce y está presente desde la primera línea. Propiamente el evangelio se relee siempre.
Puede que ronde la idea de que una lectura completa hay que hacerla de principio a fin. Y se corresponde con la práctica de comentar o explicar de la misma manera. Pero aunque los libros se empiecen por el principio y se terminen en el último capítulo. No es así cuando se trata de una historia que se da por conocida, el evangelio se relee.
El orden de toda narración consiste en tomar algunas acciones iniciales, que sitúan el comienzo, si la historia real se trata de lo sucedido en un momento del pasado. Ese momento es la acción de Juan Bautista predicando en el desierto y termina en otro momento también pasado, la muerte de Jesús en el calvario. Cuando ya se tiene una imagen completa del suceso de principio a fin, se lee con cualquier orden. Se puede empezar en cualquier punto de los hechos.
La fe en Jesús lleva consigo el deseo de conocer todo. La Resurrección –fin – suscita el deseo de conocer lo anterior. La Resurrección como hecho final, conocido por la fe, se encuentra en el mismo comienzo, la historia está escrita con ese conocimiento que alcanzaron al final.. Y hay que leerla con ella o al menos saber que esta escrita así. El entender la historia así, no está fuera de la misma composición narrativa. Por eso esta historia es también atestiguación, proclamación, pero no deja de ser narración de hechos en su mayor parte.
De acuerdo con esto la exposición no tiene necesidad de seguir este itinerario de principio a fin. Pero sigo esa ordenación. Además como el texto en su conjunto es una colección de breves relatos, empalmados entre sí para componer la historia, resulta magnífico para analizarlo en sus fragmentos que tienen una ordenación secuencial, pero narrativamente independientes. Y de momento queda seccionado en cien episodios, aproximadamente, que presento ya en la primera entrada.