La flota de tierra firme
He tratado en algunas entradas el origen de la representación como discurso, opuesto al discurso del hablar. No son dos modalidades, sino dos entidades enteramente definidas. Pero la representación nace del hablar. Nace cuando se habla del pasado sostenidamente y entonces, del suceso pasado, se hace una representación y el hablar se abandona. En la representación no habla nadie.
(Ver https://www.academia.edu/38046075/El_paso_de_hablar_a_representar)
Para mostrar gráficamente como una conversación se convierte en representación, realizo para el lector este ejercicio. Escribo un diálogo.
Escucha la conversación de dos personas acerca de un viaje. Cuenta el viaje el que lo hizo, a quien se interesa por él. Viajó en barco de Sevilla a Cádiz y el viaje fue accidentado. Emplea tiempos pretéritos, señala el tiempo pasado de su viaje. Habla en plural porque viajaba un grupo. Nunca se deja la conversación, todo es hablar, no hay discurso de representación.
Conversación
- ¡Qué mal trago pasasteis en el viaje a Cádiz! Aunque ya pasó ¿Verdad?
-Llegamos a la vista de Cádiz el día 20 de enero. Desde primera hora de la mañana caía una lluvia fría y copiosa, el viento soplaba y se había levantado un fuerte oleaje.
-La barca que os llevaba, no era una galera, era muy simple.
-Los que entendían de navegación decían que con ese tiempo la barca no podría entrar en la rada. Pero, tras un gran esfuerzo, a golpe de remo, consiguió abarloar el piloto. En el atracadero estaban alineados los veinte navíos que componían la Flota de Tierra Firme.
-El puerto de Cádiz es grande y hermoso.
- Impresionaba el espectáculo de los veinte galeones alineados, ¡inmensos!, costado con costado, y la considerable altura de los palos, una suerte de boscaje con las arboladuras y los cabos.
-Eso aventura no era para la gente que, iba contigo, pero arribasteis.
-Desembarcamos atravesando peligrosamente la pasarela, que se movía mucho a causa del oleaje. Empapados, aturdidos y con la ropa fría pegada al cuerpo, cruzamos el puerto en dirección a la ciudad, ansiando con desesperación hallar un lugar donde calentarnos y poder secar todo lo que se nos había mojado.
- ¿Y os pudisteis secar pronto?
-Se nos ofreció un carretero que se empeñaba en llevarnos a una fonda que decía ser la mejor. Le hicimos caso y sobrevino otro calvario, porque no paraba de llover y el hospedaje se encontraba lejos, en la otra parte de la ciudad. Ya estamos llegando, decía a cada momento aquel buscavidas, al cabo de aquella esquina está la fonda…
-Ir con ese personaje ¿Cómo se os ocurrió?
-No sé. El trayecto se hacía muy largo, interrumpido a cada momento por la circulación caótica de bestias y carromatos de todos los tamaños. Corno la flota estaba ultimando los preparativos para su partida, Cádiz entero era una locura de gentes. Los precios estaban por las nubes y todo el mundo andaba de aquí para allá buscando su ganancia.
- ¿Y cómo llegó Matilda?
-Se quejaba. ¿Cuándo llegaremos? ¡Por Dios, esto se hace interminable! Y decía el carretero, ahí mismo está, señora. En ese caserón que ve, está la fonda.
Se trata de una conversación enteramente normal. Esto es hablar del pasado. Se cuenta lo que ocurrió, pero no es una narración, es conversación corriente.
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Esta conversación está escrita a partir de una narración. Descubro mis cartas. La representación del viaje de una novela la transformé en una conversación. Con este ejemplo se verá que, entre una conversación sobre el pasado y una representación de lo sucedido, no media más de un paso. Entre hablar y no hablar.
En la representación de la novela, como en toda representación, no habla nadie, pero los personajes sí hablan y cuando hablan de sí mismos, en nuestro ejemplo en plural, habla un personaje, porque la novela es autobiográfica. Sería lo mismo si fuera tercera persona. Aclaro que, aunque sea plural, el que habla es uno solo, un singular.
Lo puedes leer en la novela de Sánchez Adalid, 30 Doblones de oro, Libro cuarto, capítulo 4, titulado La flota de tierra firme, página 140. Transcribo el pasaje.
LA FLOTA DE TIERRA FIRME
Llegamos a la vista de Cádiz el día 20 de enero. Desde primera hora de la mañana caía una lluvia fría y copiosa, el viento soplaba y se había levantado un fuerte oleaje. Los que entendían de navegación decían que con ese tiempo la barca no podría entrar en la rada. Pero, tras un gran esfuerzo, a golpe de remo, consiguió abarloar el piloto. En el atracadero estaban alineados los veinte navíos que componían la Flota de Tierra Firme. Impresionaba el espectáculo de los veinte galeones alineados, ¡inmensos!, costado con costado, y la considerable altura de los palos, componiendo una suerte de boscaje con las arboladuras y los cabos.
Desembarcamos atravesando peligrosamente la pasarela, que se movía mucho a causa del oleaje. Empapados, aturdidos y con la ropa fría pegada al cuerpo, cruzamos el puerto en dirección a la ciudad, ansiando con desesperación hallar un lugar donde calentarnos y poder secar todo lo que se nos había mojado. Pero, como suele suceder en tales sitios, allí mismo se nos ofreció un carretero que se empeñaba en llevarnos a una fonda que decía ser la mejor. Le hicimos caso y sobrevino otro calvario, porque no paraba de llover y el hospedaje se encontraba lejos, en la otra parte de la ciudad.
—Ya estamos llegando —decía a cada momento aquel buscavidas—, al cabo de aquella esquina está la fonda…
Pero el trayecto se hacía muy largo, interrumpido a cada momento por la circulación caótica de infinidad de bestias y carromatos de todos los tamaños. Como la flota estaba ultimando los preparativos para su partida, Cádiz entero era una locura de gentes varopintas, mercachifles y negociantes de todo género. Los precios estaban por las nubes y todo el mundo andaba de aquí para allá buscando su ganancia.
—¿Cuándo llegaremos? —se quejaba doña Matilda— ¡Por Dios, esto se hace interminable!
—Ahí mismo está, señora, ahí. Ese caserón que ve es la fonda.
Observa lo siguiente: la primera frase de la representación la dice un personaje de la novela, Cayetano. Es persona viva de la conversación, pero personaje en la representación y en la novela. La otra persona de la conversación puede ser cualquiera. No pertenece a la novela. Y el personaje, que habla en la representación, cuenta el viaje, pero habla como personaje, en plural, habla de él y del grupo de viajeros. Están en la representación todos ellos. Cayetano no confecciona la representación. En tercera persona si no habla él. Puedes si lees atentamente apreciar la tercera persona de los hechos.
Una sugerencia: si enseñas a escribir narración pide tus alumnos o aprendices que busquen en un relato de tercera persona, una representación de algún episodio y lo transformen en diálogo. Aprenderán bastante con esta práctica.
José Antonio Valenzuela