El Quijote, la trama argumental de un párrafo, que sirve para hacer ejercicios y aprender a escribir.
Los estratos del texto narrativo que contienen la representación objetiva son el núcleo, el plano segundo de acciones en imperfecto y la descripción. Estos forman la representación, que es discurso especial, con características lingüísticas de las que me voy a ocupar en este escrito.
No hay que olvidar, sin embargo, que los diálogos y en general el habla directa de los personajes, son representación, pero no se escriben en el discurso de la representación, su lengua es la lengua hablada normal. Y lo que diga el narrador, tampoco esta escrito en el lenguaje de la representación.
En los estratos de la representación se encuentran los verbos narrativos. Esto quiere decir que la representación tiene un sistema verbal propio. Estos verbos son los de la esfera del pasado remoto, por tanto el indefinido o pretérito perfecto simple, llegó, el imperfecto, llegaba, el pluscuamperfecto, había llegado y con menos frecuencia los demás de esta esfera. Pero no se emplea nunca el futuro, puesto que los hechos que no han sucedido todavía, no se pueden representar.
Por la misma razón no se encontrarán en este discurso los tiempos del subjuntivo, pues tampoco son representables los hechos hipotéticos o condicionales, sin realidad temporal e incluso sin existencia.
Además, el sistema o subsistema verbal narrativo es deficiente de la primera persona y su correlativa la segunda, que nunca se emplean; por esta razón el imperativo está también excluido del texto de la representación.
Frases como: tengo muchas cosas que contarte, apártate de mi vista, ellos comerían las frutas del campo, si no lo viera no lo creería y muchas más de este mismo corte no son frases que puedan aparecer en este discurso. Estas frases no son narrativas porque sus verbos no existen en el sistema verbal de este discurso
Pues bien, después de esta breve introducción teórica, voy a analizar un párrafo del Quijote. (Parte primera, capítulo V)
Los pretéritos indefinidos que señalo en él, son los verbos del núcleo y están organizados en una serie, ligados unos con otros, en secuencia argumental de acciones. Los tiempos del núcleo, los indefinidos, están colocados de forma trabada entre sí, de tal modo forman una entidad sintagmática temporal (con la que se construye un tiempo), los indefinidos no están sueltos, sino vinculados entre sí.
Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida; pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo; de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía
Con la colocación de los nueve verbos del núcleo, uno tras otro, se construye el anudamiento de los hechos en el hilo de la trama temporal. Luego, a continuación, tenemos otras cinco acciones, sucesos que completan la secuencia del núcleo. Los señalo a continuación, son imperfectos, hechos no delimitados y no completos, Todos ellos abrazados, por así decir, dentro del núcleo, pues este termina con el verbo obligó.
Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida; pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que
don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo;
de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía
Las acciones se presentan en su aspecto no concluido, porque van teniendo lugar en el camino hacia el pueblo, algunas reiteradas, y se encuentran entre dos verbos nucleares: se encaminó y obligó al labrador. Transcribo de nuevo el párrafo:
Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida; pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que
don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo;
de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía
En cuanto a otras acciones expresadas en gerundio e infinitivo, que son formas carentes de tiempo, pero reales acciones, que en su sentido argumental dicen: *el labrador vio a don Quijote en el suelo, miró si tenía alguna herida, le pareció mejor llevarlo en su jumento. Podrían haberse escrito así, con corrección gramatical.
Esta conmutación nos dice que forman parte de la trama argumental. Porque las formas no personales están ligadas a un verbo del núcleo, del que no se pueden independizar, y por ello están ubicadas en la serie del núcleo, en el tramo de su tiempo.
La conclusión, para sugerir ejercicios de enseñanza, es esta: una trama argumental puede escribirse de diferentes maneras. Conocer estas posibilidades es conocer el idioma y tener capacidad de escribir. Se puede practicar así: propongo estos ejercicios:
Primero, reducir el texto a su núcleo, entresacándolo.
Segundo, comprobar si, incluso, parte de sus acciones pueden ponerse en segundo plano o en formas no personales.
Tercero, entresacar o marcar el plano de imperfectos.
Cuarto, con el núcleo a la vista, volver a escribir, con la memoria que se tenga de él, el párrafo entero. Comprobar la retención.
Quinto, escribir la secuencia argumental, con toda exactitud, pero sin atarse a las formas, ni semántica ni sintácticamente. (Por ejemplo se puede cambiar ver por mirar, o decir así: iba pensativo el labrador y también iba así don Quijote).
Sexto, escribir con este esquema estructural cualquier otro suceso.