Jesús predice su Pasión y su Gloria. La ley de la renuncia cristiana
Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino se puso a preguntar a sus discípulos: —¿Quién dicen los hombres que soy yo? 38 Ellos le contestaron: —Juan el Bautista, y otros que Elías; pero otros que uno de los profetas. 39Entonces él les pregunta: —Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo? Le responde Pedro: —Tú eres el Cristo. 40Y les ordenó que no hablasen a nadie sobre esto.
41Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar después de tres días. 42Hablaba de esto claramente.
Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle. 43Pero él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: —¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.
44Y llamando a la muchedumbre junto con sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. 45Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. 46Porque ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? 47Pues ¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? 4849Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre acompañado de sus santos ángeles. 9.11Y les decía: —En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes que no experimentarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios que ha venido con poder.
Comentario general
Este episodio breve es de una importancia enorme en la construcción que hace Marcos de los hechos. Tanta que, por los asuntos que se relatan, forma un punto de inflexión en la entera narración. Contiene en realidad el meollo de toda la historia porque afronta el final y el fin de toda narración concentra los hilos de su desarrollo, que aquí se anticipan y declaran. Supone una crisis enorme en el entendimiento de cómo será los hechos, con multitud de paradojas entre el perder la vida para ganarla. Fracasar para vencer, asunto que es la esencia de la historia de Jesús y la propuesta de seguirle que se ofrece libremente a la multitud. Temas tan penetrantes en todos los aspectos de la vida que dan al pasaje el lugar central de la narración entre antes y después. Y así ha sido reconocido siempre de modo general.
Primera parte: preguntas
27Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo.
Y en el camino se puso a preguntar a sus discípulos:
—¿Quién dicen los hombres que soy yo?
—Juan el Bautista, y otros que Elías; pero otros que uno de los profetas.
—Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Le responde Pedro:
—Tú eres el Cristo.
Comentario
El comienzo con salió hace que su narración se separe de la anterior. Se separa también por el comienzo de la siguiente: seis días después. El punto geográfico indica mucho como se verá en los siguientes episodios, porque tienen lugar a lo largo del camino. Y ahora el diálogo de este episodio es en el camino, por tanto, según van andando. Salió con los discípulos y les preguntó a ellos, forman un grupo aparte de la multitud, que también le sigue.
Quiere que le digan lo que piensa de él la gente en general y luego ellos en particular. La gente tiene variedad de opiniones que se conocen porque se dijeron antes de la degollación de Herodes. Y los discípulos no contestan a la pregunta, que era a todos ellos, pensarían como la gente, de forma también variada, pero no podían pensar que fuera Juan Bautista. Cuando calmó la tempestad ellos se hicieron la preguntaron ¿Quién era?
Contesta solamente Pedro. Esa contestación está en contraste con las opiniones de la gente y con las opiniones de los discípulos, porque la contestación de Pedro es única y su contestación: tú eres el Cristo, sobrepasa a todos los profetas.
Termina este diálogo de dos preguntas con el informe del narrador sobre la orden de Jesús de no hablar sobre su identidad. Ya todos la conocen. El narrador dice con sus palabras, indirectamente, es decir, repite las palabras dichas por Jesús.
Segunda parte: predicción de la pasión
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar después de tres días. Hablaba de esto claramente.
Sigue el narrador informando de lo que enseñó Jesús, anunció el rechazo de ancianos y príncipes de los sacerdotes, autoridades que nombra Jesús y se mencionan, por primera vez. Jesús se nombra a sí mismo como Hijo del Hombre, en lugar de llamarse como le nombró Pedro, Mesías, en griego Cristo.
Debía padecer mucho, esto significa un fin previsto en un nivel superior que debe cumplirse, y sabremos más delante que es la voluntad del Padre. Iba a ser llevado a la muerte por las autoridades citadas. La muerte es final de los padecimientos y tiene por ello también una causa de otro nivel superior al rechazo de las tres autoridades: ancianos, príncipes de los sacerdotes y escribas.
Resucitar es la última predicción. Es la acción de un fin contrapuesto a morir. El rechazo que lleva a la muerte es vencido por la resurrección, no por una defensa de Pedro para que no ocurra, porque debía ocurrir. Por tanto, era aceptada y vencida.
La disposición de los hechos en toda narración debe tener un fin, que en muchas historias es la muerte, y en esta el fin no es la muerte. Pero como muere Jesús se puede decir que tiene dos fines en uno, puesto que la resurrección supone la muerte. Que Jesús hable claramente de esto es comentario propio del narrador y no lo dice porque antes hablara Jesús con medias palabras, está diciendo. en realidad, que antes no habló. Aunque su muerte estuviera presentida en la de Juan Bautista.
Tercera parte: reprensión de Pedro
Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle. Pero él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: —¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Y ya entramos en el terreno de las deducciones, cosa que pide toda lectura narrativa. ¿Qué dijo Pedro? ¿Cuál fue su reprensión? Hay pareceres diversos. Pedro no puede reprender a Jesús en lo que dice pues es su maestro. .Pero se rebela y no puede aceptar que vayan a ser las autoridades judías quienes le quiten la vida. Por la lectura inmediata se puede pensar que rechaza la muerte, pues está dispuesto, quizá con los demás apóstoles, a defenderle.
Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle. La reprensión de Pedro no conocemos que dijo ni con palabras de Pedro ni indirectamente por el narrador, que no dice cuál fue la reprensión de Pedro. Sin embargo, fueron de envergadura y provocaron la fuertísima reacción de Jesús. Primero cuatro acciones inmediatas: se volvió, *miró a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo. Y las palabras de Jesús, que están a la vista, se oyen y se ven, reproducidas tal como se dijeron. Ahora no habla el narrador. Por lo tanto, el contenido de la reprensión hay que deducirlo de lo que dice Jesús antes y después y de sus acciones.
A Pedro le llama Satanás .Puede interpretarse que Pedro se rebela contra la muerte y quiere apartarle de ella, es decir, de la voluntad de Dios. Como Satanás. Pedro no entiende la muerte y la rechaza con sus razones y fuerzas. Se leyó, recordemos, en la unidad 34 la réplica a fariseos y escribas: anulan el mandamiento de Dios, no siguen a Dios por preceptos humanos. Ahora la muerte es el propósito de las autoridades judías, pero la quiere el Padre, como se leerá en el capítulo catorce en palabras de Jesús, ¡Abbá, Padre! Todo te es posible, aparta de mí este cáliz; pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. La muerte la vencerá Jesús mismo con la resurrección y con su poder de resucitar. No será la defensa de Pedro contra la voluntad Dios. Se defenderá Jesús mismo de ella después de sufrirla.
Este punto es ocasión para hacer esta observación general, pues estamos en el terreno de la deducción que pide toda lectura narrativa. ¿Qué dijo Pedro? No lo podemos saber. Se hace una suposición. Lo anterior es una opinión, pero coherente con el texto. El texto narrativo hay que leerlo entendiendo lo dicho a la letra y reconstruyendo lo que no dice. Pedro no puede reprender a Jesús su maestro en la ideas y enseñanzas sobre su muerte. Pero no puede aceptar que vayan a ser las autoridades judías quienes le quiten la vida. Se puede pensar que rechaza la muerte, pues está dispuesto, quizá con los demás apóstoles, a defenderle. Esta suposición es coherente, válida, y se mantienen como opinión que completa el texto. La lectura suscita muchas preguntas y sus respuestas son hipótesis que no tienen el valor del texto leído en su sentido inmediato. En este punto se opinó, por ejemplo, de otro modo: Jesús rechaza de Pedro, porque le llama Cristo y lo hacía con una idea de poder terreno. Opinión muy endeble y desechada.
Cuarta parte: Jesús pide a la multitud el seguimiento
Y llamando a la muchedumbre junto con sus discípulos, les dijo:
—Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga.
Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.
Porque ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?
Pues ¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre acompañado de sus santos ángeles.
Y les decía:
—En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes que no experimentarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios que ha venido con poder.
Llamó a la multitud. Esto es lo que hizo cuando declaró puros los alimentos. Deja de lado la exclusividad de enseñar a los discípulos.
Detrás de mí. Se puede entender que Pedro iba por delante para impedir la muerte, y todos deben aceptarla, ir detrás. Todos deben seguirle, perder la vida y ganarla con él.
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Todos deben tomar su cruz, pero no dice que todos vayan a morir en una cruz. Y su alguno, el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.,
Todo el párrafo lo dice Jesús en directo. Pero la primera y la última intervención contienen una apelación a los presentes: les dijo, os digo y el resto tiene la forma de un elenco de frases reunidas por el tema y empiezan con otro estilo Porque o Pues.
José Antonio Valenzuela Cervera