Patria, novela, 2016
Un amigo me ha pasado la novela de Fernando Aramburu. He tenido la paciencia de leerla. El texto me ha resultado largo, pero atractivo por su estilo, y me sirve para explicar con él, el texto de la narración. Tiene algunos rasgos propios con los que se ejemplifica muy bien el texto narrativo. También he sentido curiosidad por del mundo que su ficción contiene, ETA y su medio social: vidas carentes de horizonte por el fanatismo y por otros conflictos, más hondos que los conflictos sociales y políticos que forman el argumento. Pero únicamente hablaré del texto y dejo aparte otro género de comentarios.

El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Llega a escondidas al pueblo. Está Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, terrorista encarcelado y sospechoso. ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos?
La historia antes y después de la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón, en una sociedad rota por el fanatismo.
Está distribuido el texto en 125 capítulos numerados, independientes, con una histroria terminada y abierta cada uno. Esta disposición me ha facilitado la lectura y la observación del texto.
Haré observaciones sin orden prefijado. Son observaciones acerca del modo en que maneja las tramas textuales, los estratos. Los estratos que describo en mi libro constituyen la estructura básica insoslayable de toda narración. Hay que distinguirlos, siempre aparecen por necesidad constitutiva del texto.
Esta novela tiene formas que reflejan bien, la idea atractiva que tengo formada del hablar español que tienen los vascos y del modo de ser vasco. Asunto que me parece determinante de su estilo.