El gerundio en la representación narrativa

El gerundio en la representación

Los tiempos de la narración son los que aparecen en la representación, aquellos que contienen la historia narrada. Dejo ahora a un lado el plano descriptivo, con imperfectos de acciones ajenas a la historia o estativos, sin acción alguna, como en estos ejemplos: el aderezo de la yegua era de campo, traía un alfanje morisco, las espuelas parecían de oro. Pongo la atención en el núcleo o primer plano, formado con los pretéritos perfectos simples, y añado los pretéritos imperfectos de acción argumental, que forman el segundo plano.  Ambos son verbos que carecen de deixis temporal, no hacen ningún señalamiento a tiempo del pasado, porque no los pronuncia nadie. No son deícticos, pero forman entre sí una trabazón temporal o estructura lingüística. Tomemos este párrafo del que señalo aquello que es acción, esté o no esté en forma personal de perfecto simple o imperfecto. Y encontramos dos gerundios. Lo demás se puede retirar.

Detuvo la rienda el caminante, admirándose de la apostura y rostro de don Quijote, el cual iba sin celada, que la llevaba Sancho como maleta en el arzón delantero de la albarda del rucio; y si mucho miraba el de lo verde a don Quijote, mucho más miraba don Quijote al de lo verde, pareciéndole hombre de chapa. La edad mostraba ser de cincuenta años; las canas, pocas, y el rostro, aguileño; la vista, entre alegre y grave; finalmente, en el traje y apostura daba a entender ser hombre de buenas prendas.

Capítulo xvi. Segunda parte

Con verbos en tercera persona y con sus complementos, se construye un objeto en el que queda representada la historia. La resumo ahora en presentes:

el caminante detiene la cabalgadura
se admira del aspecto de don Quijote
mira (el caminante) a don Quijote
mira don Quijote al caminante
a don Quijote le parece de chapa

Y termina con la descripción del aspecto del caminante, que no son acciones, mostraba ser, las canas (eran) pocas, daba a entender. Lo enumero ahora en infinitivo: detener la rienda (el caminante), admirarse (el caminante), mirar (el caminante) y mirar (don Quijote). parecer (a don Quijote) hombre de chapa.  

Este suceso no se ubica en tiempo real alguno. Todas las acciones tienen su sujeto, y forman una trama, una arquitectura temporal, que consiste en la secuencia misma que he señalado.

Estos tiempos narrativos son, como he demostrado, atemporales. Pero el lector, en sus actos de lectura consecutiva, los hace presentes. Los actos de su atención como contemplador son su presente vivo que lleva el paso de la lectura.  Cada uno de ellos es un momento del suceso y un momento temporal del lector, que recorre la serie de acciones linealmente representada.

En la experiencia real del tiempo, el presente se va hacia el pasado y en experiencia de la lectura ocurre lo semejante: un momento de la lectura, queda atrás por el momento siguiente, hace que el anterior sea pasado.

Estos aspectos son la forma de representar el objeto, el de las acciones de una historia.  No son iguales las acciones abiertas que las acciones concluidas, por lo que se distingue entre primer plano y segundo plano. Dos series unidas en el mismo argumento de la historia. Pero en este pasaje, recortado de un suceso un poco más largo, encontramos dos acciones del suceso que está en gerundio. ¿Cómo se encuentran en la estructura temporal de la serie las formas no personales del verbo? Y en concreto me ocuparé ahora del gerundio, que, como acabamos de ver en nuestro ejemplo, forman parte del suceso argumental: admirándose y pareciéndole.

En el uso narrativo, el indefinido y el imperfecto son atemporales, y cuando un lector contemplador los actualiza son su presente. Podemos decir que, desde ese momento, son presentes. Ya no son ni pretéritos ni atemporales, como lo eran por la enunciación que faltaba del hablante, ahora funcionan como presentes por la apropiación enunciativa de un lector.

Estos verbos -con los que se ha construido un objeto sin hablar-, perdieron la función deíctica en su empleo narrativo, pero no han perdido el aspecto perfectivo o imperfectivo que tenían. No señalan tiempo deícticamente, pero sí presenta, el imperfecto, su acción como durativa, no cerrada en su decurso, o el perfecto simple su acción como completa y concluida.

El gerundio es durativo por su aspecto y presenta la acción en su decurso, tal como la presenta el imperfecto. Pero, a diferencia de este, no puede expresar la tercera persona, la propia de la representación narrativa, porque carece de morfemas flexivos. No es una forma personal y por ello no tiene la capacidad de constituirse en un punto de la arquitectura temporal, un nodo de la serie. Necesita apoyarse en un tiempo que la sostenga, en nuestro ejemplo, admirándose se apoya en detenerse y pareciéndole en miraba:

 Se aprecia que admirarse es una acción coincidente con detener la caballería, como lo es mirar y parecer. Y al mismo tiempo, se puede observar que los verbos en los que se apoyan estos gerundios, verbos principales, uno es perfecto simple y el otro imperfecto. Se trata de dos acciones que ocurren en el mismo punto de la serie temporal, tanto si ese punto es el de una acción perfectiva, del núcleo o primer plano, como si el punto es una acción imperfectiva o del segundo plano.

detuvo la rienda el caminante, admirándose de la apostura y rostro de don Quijote
mucho más miraba don Quijote al de lo verde, pareciéndole hombre de chapa

Como en estos casos el gerundio es una predicación secundaria, sostenida por el verbo principal, no se puede separar de él, por lo que pertenece a la construcción completa del verbo de la serie y no se puede independizar. Solo se podría independizar si se conmutara por una forma personal.

*detuvo la rienda el caminante, y se admiró de la apostura y rostro de don Quijote
*detuvo la rienda el caminante, y se admiraba de la apostura y rostro de don Quijote
*mucho más miraba don Quijote al de lo verde, y le parecía hombre de chapa
*mucho más miraba don Quijote al de lo verde, y le pareció hombre de chapa

No resulta agramatical la conmutación hacia el primer plano o hacia el segundo. Y esto es natural, tratándose de acciones, porque la distribución del argumento en estos dos planos tiene flexibilidad y es cuestión estilo. El uso del gerundio en la representación narrativa tiene más materia de estudio y observación. El punto aquí tratado da idea de que la gramática de la narración presenta peculiaridades que no resuelve la gramática general. Para este y otros puntos hay que contar con ella y recomiendo leer el capítulo 4 del libro: Las formas no personales del verbo de Teresa María Rodríguez Ramalle, del que facilito su acceso.

José Antonio Valenzuela