Solo un presente

No puede haber dos presentes. Pero hay dos presentes

La representación es presente, representado. Con la narración estamos ante la representación de algo ocurrido. Sucedió en algún presente ya ido. La re-presentación es  presenciar ahora lo ocurrido en otro tiempo o lo imaginado como ocurrido. Otro presente distinto de aquel en que se sostiene en la conversación con otra persona, “yo te digo y tú me dices ahora que hablamos”, presente de la comunicación.

El tiempo de nuestro hablar y el tiempo ante una representación  es diferente, son dos tiempos; el segundo desplaza al primero, aunque no se pueda salir de él. Cuando se presencia no se está en condiciones de intervenir en el mundo. Ante la representación se está fuera, en la comunicación se está dentro. Son dos tiempos, no se pueden confundir en uno. El tiempo en que contemplo y el tiempo en que vivo, latidos en la sangre, son distintos y sin ubicación simultánea posible. El transcurrir el tiempo en lo representado y el transcurrir de la vida real son dimensiones incompatibles, uno desplaza al otro, por ejemplo, mientras dura la lectura del suceso no escuchas a nadie.

En el presente narrativo. Los minutos del reloj pasan, pero cuando se está ante en la representación, se vive enajenado de ellos, son otros minutos. El tiempo representado es el que pasa entre los hechos puntuales representados.  La narrativa es lineal y sucesiva, requiere tiempo, pero lo que cuenta en ella es el tiempo representado. El que está en los  sucesos que discurren en la contemplación.  El tiempo no se pueden detener. Se desliza al contemplar y se desliza al hablar. Nadie puede pararlo. Si se menciona el suceso que ocurrió el martes pasado, el martes  bien fechado y aparentemente fijo, no está fijo, se  aleja del que habla, como la imagen del retrovisor, porque el presente no se para.

El presente  comunicativo se ha perdido por completo en la lectura de la narración, el lector sale de su tiempo, se enajena. Y al terminar la lectura mira el reloj y comprueba que el tiempo real ha pasado, pero sobre todo, más que comprobar la hora, lo que se hace es volver al tiempo vivo y real. El presente de hablar había desaparecido, como si no existiera. El lector parece quieto, y está fijo, porque  lo que se mueve es el relato. Pero el tiempo real de la vida ha transcurrido también y  a lo mejor es de noche.

Los tiempos gramaticales del texto narrativo serán tiempos pretéritos para la gramática, “salió la paloma, voló por el cielo”, al hablar; pero son un presente en la lectura de la narración; en ella se ve y que sale y vuela en ese momento presente, constitutivo y fundante del mundo  que contemplo, del presente percibido en lo representado, el tiempo construido en las palabras y actualizado por el lector.

Los dos presentes son incompatibles y se desplazan mutuamente. Corren aparte y con diferente medida. Cada uno tiene que tener su esfera, no se mezclan, aunque el tiempo vivo engloba al tiempo representado.