El estudio del uso de las formas verbales no personales en la narración consistirá en observar su comportamiento en las frases narrativas propias del estrato de la representación. Solamente en él, excluyendo los diálogos y el hablar del narrador.
La observación de infinitivos, gerundios y participios pertenecientes a frases de los estratos hablados, sea la palabra del narrador y de los personajes, no tiene objeto en la gramáica narrativa, puesto que su uso corresponde al hablar y está descrito en la gramática general de la sintaxis oracional. Esta gramática, como no distingue entre hablar y representar, mezcla los textos en sus ejemplificaciones.
Tomo como referencia la obra de Teresa María Rodríguez Ramalle, Las formas no personales del verbo . En este cuaderno se enfoca el empleo de estas formas dentro de la sintaxis oracional. Y se registran ejemplificaciones, sin considerar si la forma no personal del verbo que se muestra, pertenece al texto narrativo en alguno de los estratos de la representación, pues se mueve en el ámbito de la gramática general. Tomo un par de ejemplos: Me encontré a María llorando y sentada en el cuarto de atrás. / De haber reclamdo, te hubieran atendido mejor. La primera es una frase de texto narrativo, la segunda no puede ser narrativa, es enteramente ajena a este estrato. Incluso no puede pertenecer a él.
Esa segunda frase no puede pertenecer al estrato de la representación, porque la dice alguien. La objetividad de este estrato excluye el uso de la primera del yo-tú, primera persona y de su correlativa segunda. Los verbos, en su uso narrativo, están en tercera persona, la no persona, la que no entra en el binomio de la comunicación. Si es primera persona es hablar. Puede se una autobiografía, Me encontré a María, pero el hablar de los personajes cae dentro de la gramática general. La frase sería narrativa si dijera: Se encontró a María llorando y sentada en el cuarto de atrás.
El análisis sintáctico nos dice que se trata de un gerundio, llorando, que funciona como predicado vinculado al verbo personal principal y referido a María, como sujeto de la acción. Ese valor sintáctico no es relevante en la narración. Para la narración importa que se trata de una acción, llorar, simultánea con la acción nuclear encontró; y que si se conmutara a un verbo personal, llevaría al imperfecto, al estrato descriptivo necesariamente. Podría ser: *Encontró a María. Lloraba. Estaba sentada el cuarto de atrás / Encontró a María que estaba llorando , sentada en el cuarto de atrás. Se trata de tiempos verbales que pueden conmutarse.
El valor del gerundio y del participio se calibra por su capacidad de conmutación, precisamente la estructura de un texto narrativo, la estructura general, permite adoptar la separación entre planos o incrustar uno en otro. Se observa la capacidad de predicación secundaria del gerundio: puede presentare el acontecimiento subordinado adverbialmente al verbo principal o adjuntado a él en el segundo plano, en imperfecto, pues la acción tiene que ser continuada e imperfectiva y no puede trascribirse a indefinido (lloró). En ambos casos es un verbo, nombra una acción, que entra en el segundo plano del argumento.
El cuaderno, por lo tanto, responde a lo que declara en su presentación, hacer un análisis sencillo, y bien hecho, pero tiene una utilidad relativa efectos de analizar el texto narrativo. Este texto tiene su gramática propia, no escrita todavía. Me pregunto ¿Cómo se puede enseñar a escribir y a leer narraciones, si no se conocen sus frases? Para enseñar a narrar, creo yo, hay que provocar el ejercicio de escribir sus distintas frases y desenvolverse bien en la estructura del texto. No se enseña a escribir dándo consejos: busca personajes que despierten interés y capten la atención del lector con intriga.