Se aclaran algunas nociones ya parcialmente expuestas. Parte en el libro El texto de la narración en español, 2016, (descargable en PDF).
La historia o suceso narrado y la descripción tienen un mismo lenguaje mimético y mostrativo; y ambos tienen la objetividad señalada por Benveniste, pues lo señalado para el texto “histoire” se aplica igualmente al elemento descriptivo, es un objeto y nadie habla. Pero el texto descriptivo, al que Benveniste no hace referencia, se distingue del núcleo (histoire) y se contrapone a él. Tiene de común con él que nadie habla. Pero se diferencia en que no contiene ningún suceso o articulación temporal y no se refiere al pasado. Me voy a detener en este último punto.
La descripción es atemporal, expresa lo estable, los hábitos, las cualidades permanentes, las apariencias, lo que pasa y se contempla en el sucederse de un presente inacabado e imperfectivo. No se sigue el hilo de una historia. La descripción es un asunto simultáneo. Se escribe en imperfectos atemporales, que convierte en presentes el lector. Las formas verbales de l representación no indican tiempo, pero si representan un acontecer, la lengua ofrece una articulación temporal interna.
Pero la descripción es diferente del suceso articulado en el tiempo. En presente, como he indicado, no se puede narrar. Entre otras cosas porque las acciones está abiertas y sin terminar, son imperfectivas. La representación de un suceso requiere la articulación de eventos ya completos. Y un evento completo y terminado se marcha hacia el pasado. Es lo que hace el participio “llegado”. Al dar la llegada como evento ya cumplido, pese al presente del verbo “haber”, el “ ha llegado” es pasado próximo al presente. No es tiempo verbal narrador.
Los dos estratos, el del argumento y el de la descripción, nos dan «la representación lingüística de lo concreto individual» (Martínez Bonati). Pero la esencia de lo narrativo es la representación de un suceso. Y la esencia de lo descriptivo es la representación sin suceso. Podríamos decir lo escénico. Si no se distingue, como es lo habitual, porque no conozco de nadie que establezca la diferencia entre el presente narrativo y el presente del hablar comunicativo, se entiende que las narraciones se hacen en pasado porque se utilizan los tiempos del pasado. Por lo tanto el imperfecto descriptivo tien valor de pasado. Las descripciones de la novela se ponen en pasado. Esto es el lugar común en las explicaciones sobre la narración. Pero también se dice en las gramáticas, sin haber abandonado esta perspectiva, que el imperfecto es el presente en el pasado.
Esta última expresión equivale a decir, en nuestro planteamiento, que el imperfecto es presente en la representación mimética. Presente narrativo con rigor de definición. No un presente, interpretado por la sensación que produce, como si fuera presente por contraste con el pasado pretérito indefinido. No es tal cosa, porque el indefinido es verdadero presente narrativo, y no tiene valor de pasado. En el sistema verbal narrativo en español tenemos dos formas verbales de presente. Tenemos la forma verbal perfectiva, que permite la articulación del núcleo, y tenemos la forma verbal imperfectiva con la que no se puede narrar o se sostiene un hilo argumenal de modo muy deficiente. Se narra muy imperfectamente, y cuando contienen verbos de acción, la trama argumental forma con ellos un segundo plano.
El presente de indicativo tiene rasgos semejantes al imperfecto, sin duda. El presente de indicativo señala el presente del hablante, por lo que este tiempo tiene que ser por necesidad de su naturaleza imperfectivo, y no se puede narrar con él o se narra imperfectamente. Dicho con mas precisión, no se puede construir una serie nuclear con acciones inacabadas. Y esto mismo es lo que pasa con el imperfecto, que es igualamente imperfectivo e inacabado. La representación narrativa requiere el presente perfectivo para el encadenamiento de los hechos. Y así tenemos dos presentes en la representacción narrativa: el indefinido y el imperfecto; con uno se articula bien el suceso y con el otro no.
Propongo leer este texto, que estaría tomado, supuestamente, de un texto narrativo, y en él se describe una casa de Toledo, de un personaje de la acción de la novela, si se tratase de una novela. Un pasaje descriptivo.
Este hidalgo vivía en Toledo. Su casa era grande y ancha; tenía un zaguán un poco oscuro, empedrado de guijos menuditos; sobre la puerta de la calle había un enorme escudo de piedra; el balcón era espacioso, con barrotes trabajados a forja; y allá dentro del edificio, a mano izquierda, después de pasar por una vasta sala que tenía una puertecilla en el fondo, se veía un patizuelo claro, limpio, embaldosado con grandes losas, entre cuyas junturas crecía la hierba.
Y ahora leemos mismo texto, tal como se encuentra en el original del que lo he tomado y sobre el que he hecho la trasposición de los tiempos verbales. El original está escrito en presentes de indicativo. Se trata de un texto no narrativo, sino de comunicación hablada actual y deíctico. (Azorín. Castilla. Un hidalgo, Las raíces de España).
Este hidalgo vive en Toledo; [ el autor desconocido del Lazarillo de Tormes ha contado su vida.] Su casa es grande, ancha; tiene un zaguán un poco oscuro, empedrado de guijos menuditos; sobre la puerta de la calle hay un enorme escudo de piedra; el balcón es espacioso, con barrotes trabajados a forja; y allá dentro del edificio, a mano izquierda, después de pasar por una vasta sala que tiene una puertecilla en el fondo, se ve un patizuelo claro, limpio, embaldosado con grandes losas, entre cuyas junturas crece la hierba.
La diferencia entre ambos reside en que Azorín, escritor, confecciona una representación sin historia. No escribe narraciones. Es una escena sin argumento ni suceso alguno. Se hace una mostración o representación, en presente de indicativo, tiempo del hablar, Esfera del Presente, un tiempo con valor deíctico, enunciativo, actual. Por eso, el «nadie habla», norma insoslayable de la representación narrativa, no se da. Alguien lo está diciendo, ¿será presente deíctico? Veamos.
Cuando mas adelante se lee: ”nuestro hidalgo se levanta”, en la escena aparece una acción y se emplea el presente. Este suceso, es una acción que se contempla, en el momento de hablar. Se dice lo que se está viendo. Es presente no narrativo (si lo fuera se llamaría presente histórico), sino presente de indicativo actual con el que no se puede narrar. Pero sí se puede, confeccionar una representación simultánea y estática de la casa. Y una acción sulta.
Esta representación sin suceso se realiza contemplando lo que se tiene delante, la casa del hidalgo en Toledo, se recorre detenidamente con la mirada. La describe en presentes. Es un hablante y está diciendo lo que ve. Cuando un hablante habla de un suceso pasado usa el pretérito y por eso la representación de los sucesos se confecciona en tiempos pretéritos. Porque cuando el hablant se esfuma, la representación misma se convierte en objeto primario de la atención. Con la desaparicion del hablante desaparece el tiempo, y como efecto de ello las formas de pasado no indican más que el evento, sin indicar ya tiempo pasado. Las representaciones se convierten en atemporales, aunque no lo parezca, pues se confeccionan en tiempos pasados.
Se segrega lo representado y se presencia una historia que progresa en el tiempo, unos hechos antes y otros después, pero no se pueden situar en ningún tiempo. Entre el presente del que cuenta un suceso pasado y el suceso se abre una brecha o distancia. Pero ahora no, es un suceso en sí mismo, como objeto que dadie dice.
¿Qué sucede cuando lo representado no es un suceso ocurrido, sino un escenario presente? ¿Se puede representar el presente? El presente representado no se distancia del presente del hablar, el pasado representado, sí. Esta representación dificilmente se puede desprender de la voz que la enuncia. Y no puede alcanzar la condición independiente del texto de la narración, que permite a la representación de un suceso pretérito ser abordada en directo. La representación decriptiva sin suceso, es un caso parecido al relato autobiográfico, lo hace un personaje hablante y no puede desaparecer, ni separarse del argumento que es él mismo, su vida.
Por esto se ve claramente que en Castilla y otro escritos del mismo Azorín, y de otros como Miró, no es el escritor el que habla sino una figura, un personaje ficticio el que ve y comenta, por lo que este hablar es pseudo hablar o hablar representado. Razón por la cual está en presentes, que son deícticos en la representación, no pertenecen un hablar real de nadie vivo, salvo lo que viene entre corchetes [ el autor desconocido del Lazarillo de Tormes ha contado su vida]. Aclación que está fuera de la representación.
Si el texto se encontrara en una narración, como estrato descriptivo, tal como lo presenté en la primera lectura, estaría en imperfectos, que serían igualmente presentes de la representación. Tenemos ahora una representación que no hace un hablante vivo, sino un hablarte representado, pseudo hablante, un personaje que habla, pero no habla contándonos una historia, sino mostrando una escena sin tiempo, simultánea. Si fuera una historia estaría en imperfectos, y al no haber historia, la simultaneidad va en presentes. tiempo verbal que no procede de pesona viva y carece de referencia al tiempo. Esta representación de Azorín es simultaneidad si tiempo.
Y ahora es el momento para recordar que la génesis primordial del texto de la representación narrativa es la representación de un suceso pretérito. Un suceso referenciado a un presente deíctico actual. Un hablante en presente habla de un suceso pasado. Y esta vinculación entre presente y pasado es la que se deshace. Cuando la representación está independizada, el lector (o el escritor) la aborda directamente. Entonces nace un discurso propio y diferente del hablar actual. El discurso de la representación narrativa, que no hay que atribuir a nadie, frente al discurso del hablar común que debe atribuirse a un hablante actual. Cuando esta disyunción no se establece no se entiende que la representación no la diga nadie. El narrador lo dice todo y la narración es asunto pretérito.
Lo que quiero resaltar es que la representación en presente solo es descriptiva y además no puede desprenderse de la voz enunciadora, no se desvincula del hablante, pero el hablante es personaje, no es hablante vivo. Esta representación es la descripción narrativa sin narración.
La descripción o lo descriptivo es un mundo que se constituye ante nosotros por la percepción de seres concretos. Lo narrativo hace lo mismo pero contiene la representación de un suceso. Narración y descripción constituyen el texto mimético o el «discurso mimético». No hay diferencia entre narración y descripción. No la hay desde el punto de vista lógico, pero se distinguen por el criterio de articulación temporal, que para Bonati no es relevante.