Tipos de escrito I. Narración

Tipos de escrito I: : Narración y descripción

Por Miriam Álvarez

El libro, editado por Arco libros, Tipos de escrito I: Narración y descripción de Miriam Álvarez, me sirve como ejemplo de las ideas comunes que circulan acerca de la narración y descripción. En contraste con las que en este blog expongo. En esta entrada me ocupare de la narración y en otra trataré de la descripción.

El examen de los ocho ejercicios que se proponen en el pequeño manual de Miriam Álvarez, Tipos de Escrito I, revela la forma que la autora ha seguido en la exposición de la narración, de acuerdo con otros manuales al uso, citados en la bibliografía final. Se presentan unos fragmentos y se pide hablar de ellos, pero sin entrar en ellos, sin hablar de su texto, pasando por encima de él. Se pide clasificar cada uno por sus características generales o describirlo por su tipo según lo que pretende el narrador: si el narrador cuenta, si el narrador describe, si el narrador desaparece. Porque el narrador escribe todo, aunque en los escritos alguna vez desaparezca.

Las explicaciones del manual, las preguntas de los ejercicios y las “soluciones” que la autora ofrece -se entiende que son sugerencias-, ponen la atención más bien en el contenido, en al mundo representado, aunque se emplea muchas veces la palabra texto, pero el texto no se ha explicado. Con la lengua se representa el mundo, pero se pasa por alto. Se rehuye el texto, no se afronta la lengua, que es el medio que lleva al mundo representado.

Y de este modo, lo que propiamente es lengua: la composición, la forma particular en que queda plasmada la estructura, pues con ella se levanta
el asunto humano que se representa y enciende la imaginación: el hablar de los personajes, el hablar del narrador, la utilización alternada entre argumento y descripción, el encadenamiento temporal, el uso de los tiempos, desentrañar la secuencia temporal y causal de fondo, la que tiene un texto si es narrativo, el ritmo, el conflicto. Todo esto es lo que yo me he propuesto en este sitio. Aunque todo lo que se dice en este libro que comento, tiene su lugar y su momento. Nada es desechable.

Los textos que se han seleccionado vienen ser ilustraciones. Esto es lo que se lleva. Son difíciles, vistos desde el lenguaje, y no son, salvo alguno, fragmentos de narraciones, sino estratos de ellas: pasajes descriptivos varios, diálogos, y fragmentos que no pertenecen incluso a ninguna narración, como la descripción de la Herrería de El Escorial de Ortega y Gasset y el fragmento de Cela, que es, dicho sea de paso, muy poco narrador, por falta, a mi juicio, de sentido ético de la conducta tan necesario en el narrador. Pero domina el lenguaje. Y, por descontado, El sueño de las calaveras de Quevedo que, aunque tiene estructura narrativa, para verla sería necesario desnudar el texto y reescribirlo, para apreciar su estructura y entender su lenguaje.

El diálogo de Blasco Ibañez es lengua hablada. Valorar este texto requiere el estudio, la observación del lenguaje real del hablar y su contraste con el coloquio representado, remedo del anterior. El diálogo es parte de la narración, pero el diálogo aislado no es narración, se acerca al teatro, que es otra representación.

Desde el punto de vista narrativo, el diálogo es la incorporación del habla misma al suceso representado, es acontecer y continuidad de él, otra forma de representarlo. Pero en la narración, el diálogo tiene que apoyarse en una representación hecha con lenguaje, no en lo escénico del teatro, donde las bambalinas y los actores, sus personas, dan soporte a los personajes.
En la narración, por el contrario, los personajes y su hablar hay que enraizarlo en la representación silenciosa y se complementa con la voz del narrador.

El hablar de personajes es el mismo en ambos, y en ambos son un género de representación, forma icónica, lengua con lengua, hablar con hablar. Y el contraste que se da entre entre ambos -teatro y narración- reside en que la presentación es diferente. En el teatro no es lingüística, es escenario y actores. Y en la narración es el lenguaje. El trabajo del que traza la representación en su texto, del que monta el escenario y dirige a los actores, se corresponde con el trabajo del artesano que confecciona la representación con lenguaje silencioso, sin emplear el lenguaje como hablar.

Y además de esta diferencia, el suceso en el teatro se contiene en el diálogo. Por lo que el diálogo teatral nunca puede ser comparable con el de la narración ni con el habla real. Es necesario estudiar el coloquio natural del hablar, por observación directa y por la audición de grabaciones reales. Sin modelos literarios.

Se deduce que el diálogo narrativo requiere atención especial. No es discurso de representación, sino discurso de hablar, aunque representado. El método para trabajar los diálogos no es el mismo, ni se parece al que empleo para estudiar la representación. Es asunto pendiente. Es otro método.

Los ejercicios de este manual reflejan que la lengua se ve desde la literatura y desde los escritores notables. Son admirables, desde luego, pero el que quiera escribir tiene que partir desde su lengua y su capacidad. Tiene que escribir muchas frases y contrastarlas.

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