Capítulo primero del libro disponible en Amazon y titulado: Narración

1 EL NÚCLEO

Se escribe un relato por medio de frases que representan momentos del suceso. El verbo principal y clave de estas frases, dicho con su nombre completo, es el pretérito perfecto simple de indicativo. Y abreviadamente indefinido.

volvió Sancho las espaldas y vareó su rucio, y don Quijote se quedó a caballo, descansando sobre los estribos y sobre el arrimo de su lanza

Un niño dice en primera persona: fui al parque, jugué con otros niños y volví a casa para comer. No hay diferencia en las frases de estos dos ejemplos. Se utiliza el pretérito perfecto simple de indicativo, llamado también, como he dicho, indefinido. Las frases de estos ejemplos están escritas, las del Quijote en tercera persona y las del niño en primera.

Este estudio lo empiezo por las narraciones en tercera persona. Y más adelante trataré el relato escrito en primera persona, como La vida de Lazarillo de Tormes o la novela autobiográfica de Jorge Isaacs, María. Efraím cuenta en ella su historia de amor.

Las frases en pretérito indefinido, aunque estén separadas unas de otras, son los momentos temporales del suceso y entre ellos se forma una serie que lo representa, como en este ejemplo:

Agradecióselo mucho Sancho, y, besándole otra vez la mano y la falda de la loriga, le ayudó a subir sobre Rocinante; y él subió sobre su asno y comenzó a seguir a su señor, que, a paso tirado, sin despedirse ni hablar más con las del coche, se entró por un bosque que allí junto estaba. Seguíale Sancho a todo el trote de su jumento, pero caminaba tanto Rocinante que, viéndose quedar atrás, le fue forzoso dar voces a su amo que se aguardase. Hízolo así don Quijote, teniendo las riendas a Rocinante hasta que llegase su cansado escudero, el cual, en llegando, le dijo:

La serie de pretéritos indefinidos es esta:

Agradecióselo mucho Sancho

le ayudó a subir sobre Rocinante

él subió sobre su asno

comenzó a seguir a su señor

se entró por un bosque

le fue forzoso dar voces

hízolo así don Quijote

le dijo

Este es el núcleo. El suceso está representado con palabras que son verbos, con acciones o eventos, que jalonan el suceso. Cuando dice le fue forzoso dar voces. La acción es dar voces, que está en infinitivo, y el evento que marca el punto temporal es le fue forzoso, en pretérito indefinido. Este momento o punto temporal no se jalona con la acción (dar voces), sino con el evento de verse obligado. Porque la acción en infinitivo está solamente nombrada; el evento, que llamaré igualmente también acción, es el punto de encadenamiento con los demás pretéritos indefinidos, que forman el suceso.

Se puede llamar acción a cada una y al conjunto de todas ellas. Los pretéritos indefinidos forman una serie por sus encadenamientos. La serie es una estructura de lenguaje,  que tiene la fuerza articulada de una arquitectura temporal básica. Aunque estén desperdigados entre otras frases, y aunque sean pocos, son la clave del relato. Dan mucha consistencia al relato, aunque no lo parezca. Sin ellos, sin la serie que forman, no hay núcleo, y sin núcleo no hay narración. Nunca puede faltar. Es el estrato básico de toda narración.

¿Cómo se origina el relato y el núcleo?

La narración nacerá cuando se cuenta algo, en el hablar de una conversación normal, que tuvo lugar en el pasado; en ese momento es cuando se origina. Se emplea el verbo en tiempo pretérito, porque con el pretérito indefinido se menciona algo pasado: ayer nos trajeron la alfombra. Esto no es narrar, sino hablar del pasado. Pero cuando hablando así se cuenta un conjunto de acciones que, enlazadas por su secuencia, forman un suceso completo, entonces ya si se ha empezado a narrar oralmente. Lo que en ese momento sucede es que se construye una representación de lo que sucedió.

De este modo empieza un discurso diferente del simple hablar de la conversación. Cuando alguien cuenta, los demás callan. Se pone de relieve el arte de contar. No todos tienen la gracia de contar bien, de captar la atención y de mantener el interés en el hilo del acontecimiento. Y además hay que saber trazarlo, porque no se puede formar una historia con cualquier cosa sucedida. Hace falta que lo sucedido sea contable, que se sepa contar, que tenga unidad, ilación y que llegue a un punto tal que, llegado a él, ya nada mas se espera, nada mas hay que contar, es el final.

La representación

Hablar es la forma elemental y primaria de la conversación. El primer uso de la lengua. Luego viene el narrar, que también es muy elemental y aparece muy pronto. Pero, por temprano que aparezca, no es lo primero. Narrar no es simplemente hablar de algo pasado, sino hacer una composición, empalmar los momentos que configuran una historia, hilvanarla.

En la narración oral cuando alguien, un narrador, un hablante, cuenta un suceso, compone una representación. Dándose cuenta o sin darse cuenta, referir un suceso pasado supone representarlo con la unidad de su propia secuencia temporal. Una representación muestra los aconteceres que contemplan los que escuchan, o van a contemplarlo al leer. Esta observación vale para darse cuenta de que narrar es diferente de hablar. Una observación que tiene muchas consecuencias en el estudio del texto. Entre tantos aspectos que pasan inadvertidos a lectores cultos, este es uno, y trataré de mostrar la importancia que tiene.

Una actividad es hablar oralmente o escribir asuntos diversos, y otra actividad es componer una representación. Con la representación se configura la imagen de un mundo, que se muestra con uno o muchos sucesos trabados entre sí. La representación es narrativa por los acontecimientos que contiene. Es necesario que los contenga: un argumento, una organización temporal de hechos. Es un discurso diferenciado del común hablar o escribir sobre cualquier asunto.

La representación no la cuenta nadie. Esta es una noción básica que fácilmente se puede entender y también fácilmente se deja de considerar su importancia. La representación de un suceso pasado se forma en el hablar común de una persona cualquiera. Este es el origen, su génesis. Al concentrarse este hablante en el suceso, o mejor dicho, en su representación, va dejando de hablar. Aunque los que escuchan estén presentes y la representación sea en voz alta, poco a poco va dejando de hablar, no está hablando con ellos. Confecciona para ellos un suceso, como quien cuenta intensamente el argumento de una película. Sucede en algún momento que lo esencial es la representación y se centra en ella todo.

Esto pasa en la narración oral, pero si está escrita la puede leer cualquiera que la encuentre. Y la presencia de una persona ya no hace ninguna falta, se basta uno solo para seguir el argumento leyendo. Así pues, con una representación oral o escrita la persona que habla se desvanece. El lector se enfrenta al mundo representado sin que nadie se lo cuente. Este es el caso, esto es lo que pasa y por esto decimos que la representación no la cuenta nadie. Nadie habla.

La representación no es asunto del pasado

Por otra parte, a partir de esta consideración surge otra de modo casi inmediato: ¿Qué dificultad hay para representar con el mismo procedimiento algo que nunca ocurrió? De la misma forma, sin cambiar nada, se puede hacer y se puede presentar algo enteramente imaginado. Se confecciona la representación con acciones ficticias. Desde el recuerdo histórico de algo real sucedido, se pasa a la creación imaginaria. Por lo que se refiere al lenguaje es lo mismo ¿Qué diferencia supone para la forma de la representación que en el mundo creado sea imaginario y en él nadie haya vivido? Ninguna. Entonces la representación no es cosa del pasado. El relato que da razón de un hecho pretérito, el pozo se cegó porque …, puede servir para dar imaginariamente la explicación de cualquier asunto desconocido inventando una historia. Estos relatos no serán historia pasada, pero ¡a ver quien lo averigua! Por esto la representación, o la narración, tiene como materia igualmente lo real o lo no real.

En la realidad editorial predomina abrumadoramente el relato ficticio, pero ambos se escriben con un mismo texto. Aparte de que cuando se habla de un libro de Historia, no es generalmente de naturaleza narrativa, sino de argumentaciones y pruebas.

Hay muchas representaciones de acontecimientos, unas contienen sucesos pretéritos reales y otras sucesos imaginarios. Pueden ser de uno u otro género sin diferencia. Lo que hicieron y hablaron Sancho y don Quijote no sucedió nunca. La serie de tiempos pretéritos sirve para hacer la representación de sucesos imaginados. La novela de Cervantes no trata del pasado, aunque simula que su historia sí lo es. Pero como representar es hacer presente algo para alguien, en este caso las andanzas y fatigas de don Quijote y Sancho, ahí están para que el lector las conozca, en el texto que las hace presentes.

Pero ese texto es incapaz para certificarnos la verdad o realidad de lo que cuenta, por mucho que diga no puede acreditar nada, no se puede confiar. No es que diga mentiras es que finge que la ficción es real. Por la representación que el texto contiene no podemos saber nada de esta condición. En ella los indefinidos no señalan si el caso tuvo lugar en tiempo pretérito o no existió nunca.

Con la serie verbal los sucesos se van haciendo presentes en la imaginación de quien lee. La lectura lleva, al que sigue su argumento, a un mundo diferente, y a su vez le saca de su tiempo común y real. Esa lengua no es como la de escuchar a alguien. La persona que habla está en el mundo pragmático y el mundo representado es un aparte.

El núcleo

El texto de la narración es una trama de cinco hilos y he señalado el primero, al que llamo núcleo. Es el hilo principal al que se van uniendo otros y, entrelazados, forman la trama del texto. Fibras diferentes de la cuales esta es la más central de todas y sostiene a las demás. No es núcleo en el sentido del que habla la gramática como parte de la oración. A Julio Cesar se le atribuye la frase llegué, vi, vencí. En latín veni, vidi, vici. Hizo ante el Senado Romano el mínimo relato de su victoria. Compuso la representación del suceso dando solo el núcleo. El núcleo es estrato que contiene nada más que suceso, pero no todo él. El suceso completo consiste en la serie de indefinidos, mas otros verbos que no son indefinidos; son imperfectos, pero indican también acciones, no pertenecen al núcleo y trataré de ellos mas adelante. Al conjunto de ambos —el suceso completo— lo llamaré argumento o historia.

¿Por qué se narra en indefinidos?

Se narra en indefinidos y también con el pretérito imperfecto de indicativo, como ya he indicado, pero las acciones del núcleo se configuran solamente con la serie de indefinidos. Y el argumento, o suceso completo, con los dos tiempos. El indefinido sirve primariamente para indicar el pasado remoto, comenzó, puesto que hay un pasado próximo, ha comenzado, he dicho. Este pretérito perfecto tan cercano al presente no se emplea en la narración y no hablo de él. Es en realidad parte del presente.

Hablo del indefinido, que sirve para indicar tiempo pasado, aunque en la representación no significa tiempo pasado. Se puede percibir esta verdad en las novelas. ¿Las novelas hablan del pasado? Se puede representar algo que no ha existido, pero no se puede decir que sea pretérito. Ni presente tampoco.

El indefinido en el texto de la representación no menciona ningún pasado. No podemos saber si el suceso responde a un hecho histórico o es invención. Y si lo sabemos, no será por el verbo mismo, sino por algo añadido, por alguna información que obtenemos desde fuera, como es el caso cuando leemos el Quijote o leemos el Evangelio de san Marcos. Conocemos de antemano el carácter de estos libros.

Se emplea el indefinido por dos razones. La primera es porque la representación de un suceso tiene lugar cuando se quiere dar a conocer un acontecimiento del pasado y, naturalmente, se habla del pasado con pretéritos y el suceso se representa con ese mismo tiempo. Pero la representación misma no tiene carácter de pasado.

Pues bien, como un suceso es algo sucedido, sus acciones se encuentran terminadas, cerradas, concluidas. No se puede construir la articulación temporal de acciones si las acciones no están concluidas. Una acción concluida tiene el aspecto perfectivo, propio del tiempo gramatical pretérito, y si está concluida ya no es presente. El pretérito indefinido señala absoluta y directamente el pasado. No se puede representar algo si no es con el pretérito; llegó, vio, venció es una articulación temporal de sucedidos concluidos, el conjunto de tres tiempos encadenados en serie.

La segunda razón ya la he apuntado. No se puede narrar en presente. No se puede utilizar el presente para hacer una representación, porque el presente indica los hechos sucediendo ahora y sin terminar, y si fueran sucedidos ya no serían presentes. Se convierten en pasado. De ahí que la representación nace al contar sucesos pasados; pero lo que hace que sea representación no es la condición de pasado, sino su carácter perfectivo de suceso terminado.

Sobre la serie de los indefinidos hay que tener en cuenta dos cuestiones: una, que el trascurso del tiempo, representado en la serie, no está compuesto por la duración y suma de cada verbo según la acción significada; y otra, que la serie se puede encontrar desperdigada a lo largo del texto.

Y, antecogiendo su asno, rogó a su señor que le siguiese; el cual, pareciéndole que Sancho tenía razón, sin volverle a replicar, le siguió. Y, a poco trecho que caminaban por entre dos montañuelas, se hallaron en un espacioso y escondido valle, donde se apearon; y Sancho alivió el jumento,

La serie es: rogó a su señor, le siguió, se hallaron, se apearon, alivió el jumento. Las frases de estos verbos se encuentran entreveradas con otras, y la secuencia temporal no es la suma de lo que dure cada una —rogar, seguir, hallar, apearse y aliviar el jumento—, sino lo que supone el paso de una a otra.

Una tercera cuestión es que la mostración de un suceso se hace de atrás adelante. La acción avanza siempre hacia delante, no se narra al revés dando un paso hacia atrás cada vez. Por ello, en la representación de un suceso históricamente pasado, se ha de fijar un momento de comienzo en el pasado, y proceder hacia el presente. La representación exige fijar un momento previo para proceder hacia delan

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