Patria. La pregunta: «¿eso es entrar?»

La pregunta: ”¿eso es entrar?”

El texto:

Necesitaba a toda costa la cercanía de oídos hu­manos. En casa, en aquellos momentos, no había otros que los del Txato.  Conque, sintiéndolo por su digestión y su reposo, entró, ¿eso es entrar?,  bueno, irrumpió en la habitación. Venía hablando sola desde la cocina, secándose las manos en el de­lantal.

Reparto y numero las frases.

Necesitaba a toda costa la cercanía de oídos hu­manos.(1)

 En casa, en aquellos momentos, no había otros que los del Txato.(2)

Conque, sintiéndolo por su digestión y su reposo, entró,(3)

¿eso es entrar?,  bueno, irrumpió en la habitación.(4)

Venía hablando sola desde la cocina, secándose las manos en el de­lantal.(5)

Estratos de ese texto.

El núcleo es entró en la habitación.

El segundo plano de imperfectos, necesitaba, no había, no contiene acción alguna y sintiéndolo tampoco. Son el trasfondo estático de la acción del núcleo.(1 y 2)

Venía hablando sola, secándose las manos.  Sí son acciones, pero no adelantan la historia, son simultáneas con la acción del núcleo.(5)

 La pregunta cortante: ¿eso es entrar? (4)

¿Quién pregunta? ¿Y sobre qué materia?

En el texto de la narración no encontramos mas que una voz distinta de la de los personajes. Esa voz es la que pregunta sobre lo  que todo lector/espectador presencia, sobre lo representado; y la misma voz se da la contestación. A  lo representado no se le puede hacer una pregunta, porque no es persona ni se puede esperarse contestación. Se la formula el narrador a sí mismo. Y se contesta a sí mismo. Y la contestación es “bueno, irrumpió”. Da un matiz sobre lo representado, explica según le parece. Lo que ve es lo mismo que ve el lector cuando presencia la escena. El lector/espectador ve los sucesos y sus relaciones temporales o causales.

Esa pregunta da una falsa  impresión, porque parece como si todo fuera hablado por esa voz, y es la quien rectifica. Entonces el narrador lo está contando todo. Como si la representación misma fuera suya. Como si todo fuera algo dicho y palabra comunicada. Si predomina esta impresión se hace imposible distinguir el estrato representativo.

Esta impresión confunde al lector/espectador. Y si a este lector confundido se le dice que en la narración, en su estrato apofántico, nadie habla, no lo entiende.

Pero es precisamente el estrato representado lo fundante de la realidad que se contempla y, por tanto, también del comentario que se haga sobre ella. Un mundo que está ahí sin necesidad de justificación. Lo aceptas como es o te sales de la novela. Lo representado no se puede relativizar a lo dicho por alguien. Precisamente la voz que pregunta “¿eso es entrar?” se sostiene por el estrato indiscutible de lo representado, sin el cual no se puede ni hablar. Por eso el  “bueno, irrumpió”  no rectifica el estrato mostrativo. El hablar se relativiza a la voz que habla. No es núcleo «irrumpió», es hablar y en este caso sobre lo ya  representado en el  núcleo.

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