El sistema verbal de las personas o pronominales indica que se dan dos formas de discurso: el primero procede del hablar enunciativo, que consiste en un acto o ejecución del habla, unido a lo hablado, que coexisten, pero son dos entidades de diferente orden: conducta y lengua. Y, el segundo procede de la tercera persona, discurso o frase que representa el mundo, y que permite a los interlocutores hablar de la objetividad representada. El enunciador o hablante la emplea como contenido de su comunicación. Como referencia a algo externo y distinto de la relación del yo con el tú.
El uso de la tercera persona corresponde a un discurso objetivo, que se inserta en la comunicación, cuando la frase está referenciada y atribuida al emisor. Tiene con la primera o segunda persona una relación externa. Necesita la referencialidad. Decir quien habla. De otra manera de ordinario no se puede saber quién la dice. Solo cuando se atribuye a un hablante se sabe.
En este punto es donde se sitúa la noción de que toda narración es un comunicar de uno a otro el suceso que se narra. Se concibe la narración como perteneciente al único discurso, siempre enunciativo. Todo elemento de lenguaje está dicho por alguien. El narrador ¿quién es? El que enuncia la narración, el que cuenta la historia, y la sitúa en su tiempo.
Con la tercera persona desaparece la comunicación puesto que no está relacionada con otra. Es el mundo representado. El mundo representado se configura en un lenguaje que no se encuentra en una estructura de comunicación, en el sentido de que el lenguaje mismo no la refleja, él nadie habla. Esta la lengua, están sus frases, pero no aparece nadie que las diga. La instancia del hablar es otra, corresponde al enunciador y si es frase de tercera persona no está reflejado el texto. El enunciador es la primera persona y la tercera persona no es persona sino algo externo, que podría adjudicarse a un hablante, no mencionado en la lengua. El narrador, primera persona, se dirige a la segunda que será el lector y el discurso se adjudica al yo enunciador. Las frases de tercera persona pertenecen al yo enunciador siempre que se adjudiquen a alguien y sepa que son suyas y no se sabe por su contenido ni por su forma, sino por la adscripción o por atribución.
La atribución se realiza por la coexistencia del acto y su frase. El agua es dulce, dijo Matilde. La conducta se percibe por la presencia misma, si alguien habla lo que dice es suyo: el jardín ya tiene flores, esta noche ha caído el rocío (dijo Lola). La indicación de Lola, el adjudicarle la frase, no hace falta si ella está presente.Y si las frases fueran el jardín tenía flores, aquella noche había caído rocío, como las pertenecientes a una narración, describían el jardín, están en tiempos pretéritos, están escritas. ¿Quién las dice? El acto no existe ya en lo escrito, la enunciación no se percibe, porque no está presente, no son coexistentes acto y frase enunciada, se trata de un texto escrito. En realidad, no hay enunciación, pero queda lo enunciado. Al añadir dijo Lola, se afirma que fue enunciada y se atribuye a Lola. En general se piensa que toda frase fue enunciada en algún momento por alguien y se indaga al desconocido. Y recae en un anónimo narrador.
Pongamos que una persona hace con estas frases un juego, como si fuera una especie de crucigrama. Las pone y las quita, las altera, las trata como objetos. No enuncia nada ni comunica nada a nadie. Y aparece la frase: el jardín no tenía flores, sobre el yermo cayó el rocío. ¿Es posible esta situación? Por descontado que sí. Pues si este supuesto puede acontecer como real, también es posible componer la descripción del jardín de este modo desde el principio. Una composición significa poner juntas piezas de lenguaje, como quien construye un objeto con ellas. ¿Es esto lo que llamamos enunciación? No lo parece. Es más bien componer que enunciar. Las pone en el escrito y no las pronuncia ni comunica nada, no son de nadie, aunque son lenguaje inteligible que pone el autor del supuesto crucigrama de frases. Se ha confeccionada un objeto que es representación del jardín.
El acto de enunciar es una ejecución, una forma de conducta físico-fisiológica que consiste en emitir sonidos y comunicarse, porque se trata de sonidos con significado y comunicación. La enunciación es un acto de la primera persona, el tú no enuncia nada y menos aún la tercera persona. El que actúa es siempre primera persona. Y su misma persona está presente en lo que dice, coexiste con lo enunciado. Y su presencia permite adscribir lo enunciado, no hace falta decir Lola dijo si Lola está delante diciéndolo. Pero también puede quedar la impronta subjetiva de un yo autorreferencial: porque nosotros pensamos– sin estar presente el que habla.
Sin embargo, en la enunciación de una frase en tercera persona no queda nunca la impronta de la subjetividad, la tercera persona representa el mundo, la representación está ahí, es objetiva, y aunque cualquier frase puede ser dicha por un yo enunciante, hace falta adscribirla, dijo-replicó. Para saber quién habla, hace falta la referencialidad, la atribución.
En el discurso de la narración intervienen los dos tipos de frases, las de primera y las de tercera persona. El discurso producido por el yo que comunica al tú es un discurso de comunicación y enunciativo, emitido en un acto de conducta personal o hablar. Y el discurso objetivo de la representación no pertenece al hablar subjetivo, sino representación objetiva del mundo. Este discurso no es comunicativo, no es hablar. Pero lo puede incorporar a su comunicación un emisor hablante, como materia que utiliza al hablar del mundo. Pero estas dos instancias, el emisor y el lenguaje, son entidades independientes entre sí y necesitan ser referenciadas una a otra. En cambio, la frase de primera persona siempre esta adjudicada al enunciador, no son independientes. Por ello son dos discursos diferentes y su diferencia radica en la naturaleza personal (primera persona) o no personal (tercera persona, la no-persona) del verbo. Pero la conjunción entre ambas, para formar la narración con narrador, forman el discurso narrativo, por lo que este discurso es dual y compuesto de dos formas. La correspondiente al hablar y la correspondiente al representar. Pero lo específico de la narración es lo representado.
Se deducen dos colorarios: 1, La representación no está situada en el tiempo porque en ella nadie habla y 2, El que habla es solamente uno. Puede haber muchos personajes, pero solo un narrador.
José Antonio Valenzuela Cervera
Enero de 2020