El niño poseído (2), Mc 9, 14-29

Mc 9,14-29 El niño poseído. Análisis.         (Descarga de word)

La unidad narrativa. Delimitación.

En este episodio se encuentra una unidad narrativa bien delimitada de lo que precede y lo que sigue. Principia cuando Jesús “llega” a un pueblo y termina cuando sale de él. La siguiente etapa del camino que les llevará a Cafarnaún la comienza así: “Salieron de allí y atravesaron Galilea” es el principio de otros sucesos,  otras unidades narrativas.  En ese pueblo estaban  nueve de los doce, porque llegaron  a él cuando iban caminando desde Betsaida hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En la ciudad de Cesarea no entraron. En un momento y  punto del camino dice  que “seis días después”  Jesús subió a un monte alto, el de la Transfiguración, y se llevó con Él solo a tres discípulos.  Al regresar del monte con ellos al pueblo donde estaban los nueve restantes es cuando “llega” Jesús y los tres (se usa el plural  llegaron, en algunos manuscritos griegos). Ese momento es el comienzo de nuestro fragmento..

Al llegar vieron a los discípulos y junto ellos los escribas que discutían y una gran muchedumbre les rodeaba. Al llegar Jesús todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle. Se puede pensar que le esperaban. Y él les preguntó qué estaban discutiendo y uno de la muchedumbre, padre de un niño enfermo, contestó.

Al final de la narración, antes de marchar del pueblo Jesús se retira  a una casa y en ella se inicia un diálogo con los discípulos del que se da breve noticia. La delimitación se puntualiza también con el principio del siguiente relato.

Conviene ver el breve suceso situado en un marco más amplio. Leemos que Jesús iba, como he dicho, con sus discípulos desde Betsaida hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Va solo. Y por ello  les pregunta  que dicen los hombres acerca de quien es él. Sigue  la contestación de Pedro: “Tú eres el Cristo”, y les anuncia  por primera vez la pasión, que tendrá lugar en Jerusalén, y les pide que no hablen de ello. La subida al  monte de la Transfiguración y este episodio vienen a ser acontecimientos incidentales en el largo camino hacia  Jerusalén. Al regresar del monte tiene lugar lo que se refiere en el relato del niño poseído y enfermo de  epilepsia. Lo vamos a releer como lo que es: una narración de algo incidental.

El suceso

Al llegar se encuentra con que escribas, discípulos y gente de pueblo están enzarzados en una discusión.  Jesús pregunta por el  asunto de la discusión y contesta uno del pueblo, el padre del niño poseído,  lo dice el mismo padre.

El narrador no interviene en todo el relato, no hay narrador en realidad. Esta narración sin narrador se presenta en dos partes entremezcladas y distintas: el diálogo y la mostración de acciones que tienen lugar, el hilo argumental en el que se inserta el diálogo. No hay descripción ninguna.  Se reparte todo el contenido entre el estrato dialogal y el estrato de la historia articulada con los verbos narradores, que contienen la  historia mostrada, parte de ella.

El análisis

El análisis del relato consistirá en advertir el reparto del suceso ente estos dos elementos o estratos que son como los dos fibras de un tejido. Para observar las diferencias y semejanzas hay que separarlos y presentarlos como si fueran dos cuerpos de un retablo narrativo.

Pero antes, por comodidad visual voy a llamar la atención sobre los verbos que introducen el lenguaje directo, es decir, introducen los diálogos. Los verbos mencionan una acción de conducta hablada, por ejemplo, “exclamó”, y a continuación se transcribe la misma exclamación. Se pasa de un estrato a otro y se produce un duplicado o redundancia. Innecesario muchas veces, pero es la forma o fórmula para entrelazar la parte mostrativa de las acciones y el hablar de los diálogos o intervenciones transcritas en directo, es decir,  en estilo directo. Si las suprimo, aligero el texto, sin perder muchos matices. Resalto los verba dicendi.

Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre  que les rodeaba, y unos escribas que discutían con ellos. Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle.

Y él les preguntó: — ¿Qué estabais discutiendo entre vosotros?

A lo que respondió uno de la muchedumbre:  — Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y en cualquier sitio que se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espumarajos y rechinar   los dientes y lo deja rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

Él les contestó: — ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.

Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo a tierra se revolcaba echando espumarajos.

Entonces preguntó al padre: — ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? [Le contestó:]

Desde muy pequeño; y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él. Pero si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.

Y Jesús le dijo: ¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!

Enseguida el padre del niño exclamó: — ¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!

Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre, increpó al espíritu impuro diciéndole:

— ¡Espíritu mudo y sordo: yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él!

Y gritando y agitándole violentamente salió. Y quedó como muerto, de manera que

muchos decían: Ha muerto.

Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y se mantuvo en pie.

Cuando entró en casa le preguntaron sus discípulos a solas: — ¿Por qué nosotros no

hemos podido expulsarlo?

Esta raza -les dijo- no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración

Se hace mas ligera la lectura sin verbos de lengua:

Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre  que les rodeaba, y unos  escribas que discutían con ellos. Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle.

— ¿Qué estabais discutiendo entre vosotros?

— Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y en cualquier sitio que se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espumarajos y rechinar   los dientes y lo deja rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

— ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.

Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo a tierra se revolcaba echando espumarajos.

— ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Le contestó

— Desde muy pequeño; y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él. Pero si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.

— ¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!

— ¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!

Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre

—  Espíritu mudo y sordo: yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él!

Y gritando y agitándole violentamente salió. Y quedó como muerto,

— Ha muerto.

Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y se mantuvo en pie.

Cuando entró en casa a solas,

— ¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo?

— Esta raza  no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.

Parte dialogada

La siguiente operación de análisis consiste en separar el texto en dos cuerpos: los diálogos del resto.  Los diálogos se indican gráficamente con los guiones que introducen los parlamentos. Es interesante leer los diálogos ellos solos para apreciar, entre otras cosas, la distribución de la materia como si estuviera narrada en dos lienzos.

El diálogo

Al analizar el diálogo en sí mismo, antes de compararlo, se aprecia que prácticamente todo  él consiste en el intercambio que se da entre Jesús y el padre del niño. Son los que hablan. Los escribas no hablan, los apóstoles solamente al final, ya terminado el episodio del exorcismo, hacen una pregunta, la multitud tampoco, salvo la exclamación final – el niño muerto –, un falso final con el que se resalta el verdadero: Jesús  pone al niño, que parecía muerto, en pie. El niño no dice nada pues hasta ese momento ha sido tan mudo como el demonio que lo posee.

En el diálogo se contiene el exorcismo entero y otros elementos que son relevantes para el suceso, no tiene  naturaleza narrativa, pero dan el sentido y dan información de asuntos. La fe necesaria para el que pide  a Jesús la intervención de su poder. Que el tiempo en la vida de Jesús se termina y esto en el contexto del camino hacia Jerusalén y como no le acaban de entender. El lamento sobre la generación presente, que requiere acudir a otros momentos semejantes en el evangelio y aún más en el Antiguo Testamento, para entenderlo, porque con la lectura literal inmediata no se coge el sentido completo. Requiere un estudio que ahora no hacemos ni damos información sobre ello, porque estamos releyendo el texto observando su naturaleza de narración.

Reproduzco el diálogo separado, aislado del resto, y marco en él con grafía distinta las intervenciones de Jesús y el padre. Aunque no vienen seguidas el texto completo. Si no lo tuviéramos en cuenta se perdería algo el sentido. Pero releemos algo ya conocido.

—¿Qué estabais discutiendo entre vosotros?

— Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y en cualquier sitio que se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espumarajos y rechinar   los dientes y lo deja rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

— ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.

(tiene lugar el ataque)

— ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?

— Desde muy pequeño; y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él. Pero si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.

— ¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!

— ¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!

— ¡Espíritu mudo y sordo: yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él!

—Ha muerto.

(viene el efecto del exorcismo)

—¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo?

—Esta raza no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.

Desde la petición del padre hasta la increpación de Jesús al demonio se lee el exorcismo entero. Aparecen las  dos descripciones que hace el padre del padecimiento de su hijo.

La primera pregunta de Jesús se refiere a la discusión. La intervención del padre no es en realidad contestación a la pregunta de Jesús, en lugar de que alguien conteste sobre el asunto de la discusión, el padre se anticipa, corta y va a su asunto: su hijo. Describe lo que le pasa.

La discusión –si fuera la respuesta – nos llevaría a los escribas allí presentes, causa de la discusión, pero no protagonizan nada. Podemos suponer que la discusión versaba sobre el caso del niño enfermo. Quizá el padre pidió la curación a los discípulos porque no estaba Jesús en el pueblo. Quizá los escribas, como los  fariseos según antecedentes del evangelio, censuraban a los discípulos por algo. Quizá el pueblo solamente presenciaba la discusión y ellos no intervienen. Todo esto son  suposiciones, el texto explícitamente no dice nada; pero completar lo que falta no se salen de lo que es una interpretación literal y necesaria para entender el texto mejor. Pero al formular estas conjeturas hay que tener en cuenta lo que dice el texto frente  a lo que no dice y se supone; aunque sea legítimo y hasta necesario suponerlo.

La segunda pregunta de Jesús se dirige ya al padre que ha captado la atención de Jesús y además porque el niño sufre un ataque del mal espíritu en su presencia. Y el padre ahora sí responde a la pregunta y tenemos con ella una segunda descripción de la dolencia y padecimiento del niño.

Las acciones

La otra parte del suceso viene relatado en la mostración de las acciones por los verbos correspondientes. Es adecuado leerla separadamente de los diálogos:

Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre  que les rodeaba, y unos escribas que discutían con ellos. Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle.

Y se lo trajeron.

En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo

a tierra se revolcaba echando espumarajos.

Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre,

Y gritando y agitándole violentamente salió.

Y quedó como muerto, de manera que

[muchos decían: está muerto]

Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y se mantuvo en pie.

Cuando entró en casa

[le preguntaron sus discípulos a solas]:

Todo en este cuerpo son acciones, el suceso o acontecimiento representado, que se pueden contemplar como un retablo. No hay narrador, nadie habla. El artífice que confecciona la representación es naturalmente escritor. Un escultor utiliza las formas en la piedra que talla, un escritor palabras. Pero no interviene, no le oímos. Estamos ante una sucesión temporal de acciones y entre ellas hay algunas que además de la relación temporal y sucesiva, presentan una relación de causa efecto. Se lee: “al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre”, indicando que una percepción visual causa o mueve a Jesús a pronunciar el exorcismo sin esperar más. La acción del infinitivo indica, unida al siguiente verbo “aumentaba”, causa, además de sucesión temporal. Dar la causa de algo “parece”, alguien razona sobre lo representado, da una explicación, por tanto es “voz”  de un narrador hablante.

Pero el lector que contempla no escucha, también presencia las causas. La causa, a mi juicio, no está dicha, sino representada. Porque el lector que contempla se enajena del medio que le lleva al mundo representado. Y los incisos suponen un cambio muy marcado entre los estratos involucrados y esto no parece un inciso. No se interpreta como inciso en la pragmática de la lectura. Por esto digo que el narrador no habla; pero hay otros textos, no esta narración, en los que sí se producen estas transiciones.  Como la lectura que hacemos aquí es analítica, con ella puede parecer aclaración de alguien, pero en la lectura normal los lectores no analizan.

El contenido

En este cuerpo narrativo se pueden distinguir unas acciones de otras y ver el suceso distribuido en dos planos: el primero y el segundo. Las acciones  secundarias  como “la multitud les rodeaba”, “los escribas discutían con ellos” introducen un trasfondo simultáneo del acontecer y no hacen avanzar el suceso, son acciones durativas como lo son los gerundios. Otras son las que hacen avanzar el relato, los pretéritos indefinidos, que lo articulan temporalmente.  Estos verbos forman la trama argumental, sobre ellos se sostiene todo el relato. Y también sostiene los diálogos. Los verbos de lengua que hemos retirado vienen todos ellos en indefinido y por tanto pertenecen como acciones puntuales que son al primer plano. Pero ya están retirados y no hacen falta.

Separaré el núcleo del resto, pero antes de presentarlo separado, una lectura del acontecer mostrado sin diálogos nos hace ver que el padre del niño no desempeña ningún papel. Toda intervención del padre es hablar, diálogos, y como hemos retirado los verbos de lengua que los introducen, el padre del niño desaparece de este estrato. En cambio podemos contemplar el ataque del demonio y el carácter epiléptico de la dolencia, y es la tercera descripción que se hace de ella, con algo de dramatismo, por lo que en el final queda muy realzado el efecto del exorcismo. El fin del suceso es la acción de Jesús al levantar al niño que parecía muerto.

Entre los diálogos y lo mostrativo hay una complementación porque el suceso se percibe en una  y otra sección y por ello partes de él se dan duplicadas. El dramatismo en los hechos y la vehemencia en las palabras del padre.

En la parte mostrativa aparece algo así como un segundo final, con su propio diálogo que no continúa el anterior. Se establece entre Jesús y sus discípulos a iniciativa de estos. Puede estimarse que esto sea un segundo final. Si un relato no tiene final no se puede delimitar,un asunto de la vida sin un término es difícilmente narrable, es importante que acabe, y el episodio llega a su fin con toda claridad: Jesús pone en pie al niño y así concluye el exorcismo. Por ello estas últimas líneas parecen un añadido. Pero responde a la estructura narrativa.

Al principio el padre dijo a Jesús que los discípulos  no pudieron expulsar al demonio y ahora los discípulos preguntan el porqué. Lo que revela este segundo final es que el suceso ha sido un incidente y lo que se esta contando es el camino de Jesús con los discípulos hacia Jerusalén. Jesús está hablando a sus discípulos en el camino, preparándoles a ellos solos. En el camino por tres veces les anuncia el término de su vida en Jerusalén y su resurrección. Esa es la trama principal, el contexto amplio. En realidad hay dos relatos, uno embebido o encamado en el otro. El segundo final reanuda la conversación del camino hacia Jerusalén. En la casa donde se reúnen vuelven a estar solos. Y luego salen del pueblo. Jesús ha atendido al padre que en realidad le interrumpe, pero se detiene con él.  Este episodio es como un suceso incidental, empieza y acaba como un paréntesis. Jesús cuando se encamina a lo principal atiende también lo transitorio. El padre apela a su compasión y Jesús se detiene por la necesidad y el sufrimiento de unos  padres o familia (puede entenderse que están presentes padre y madre, y quizá más familia, y en general parece que afecta al pueblo entero, porque el padre habla en plural: “compadécete de nosotros”). En el contexto general del camino a Jerusalén se incluye este suceso particular. Un fin se incluye el otro y un relato también el otro.

Desde el punto de vista de la unidad narrativa no cabe duda que el suceso que se narra es el exorcismo, con la intensa reiteración descriptiva de la enfermedad y la posesión, y el cierre final. Un relato termina cuando después de la última acción ya no hay nada que contar. Así sucede en este episodio.

El núcleo

Los verbos que realizan la presentación del suceso constituyen el presente narrativo, son momentos presentes en la contemplació, que van dando paso a otros momentos, el presente fluye. En español el encadenamiento se forma con las acciones completas de los indefinidos y por ello forman el núcleo que sostiene todo el relato y encastra en sí el diálogo. Para analizar la secuencia de acciones hay que observar esta articulación, la resalto en marcándla.

Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre  que les rodeaba, y unos escribas que discutían con ellos. Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle.

Y se lo trajeron.

En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo

a tierra se revolcaba echando espumarajos.

Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre,

Y gritando y agitándole violentamente salió.

Y quedó como muerto, de manera que

muchos decían:

Pero Jesús, tomándolo de la mano,

lo levantó y se mantuvo en pie.

Cuando entró en casa

le preguntaron sus discípulos a solas:

Y de manera más clara en una columna.

Jesús y los tres vieron Una gran muchedumbre
El pueblo quedó sorprendido
Trajeron Al niño enfermo poseído
el espíritu vio a Jesús
hizo retorcerse
El espíritu salió.
El niño quedó como muerto
Jesús lo levantó
se mantuvo en pie
entró en casa
le preguntaron Sus discípulos a solas

Se trata de las once acciones de la articulación temporal, de un suceso a otro avanza el acontecimiento. Los demás son simultáneos “aumentaba la muchedumbre”, “gritando”, etc. No es que sea lo más significativo del suceso, pero es la articulación temporal. Sin este núcleo no puede haber suceso, por lo que suele ser un esquema de lo acontecido con el principio y el final. Este punto no tiene mucha incidencia en el comentario de la materia del relato, precisamente por ser lo mas básico. Por otra parte los verbos de lengua que he retirado son todos ellos indefinidos y por tanto pertenecen a esta serie, que suma en total veintiún verbos.

El contraste en la lectura comparada

En la lectura comparada podemos observar lo siguiente: la descripción de la enfermedad se repite tres veces. En ambos cuerpos se contiene el exorcismo completo en lo que se refiere a principio y fin. Por lo que tenemos dos versiones del mismo, la hablada y la de los hechos, que son complementarias; pero en cuerpo de la acciones el padre desaparece. En la narración verbal las acciones primera y última del episodio son “lo trajeron” y “se mantuvo en pie”. Y en los diálogos la intervención del padre y las palabras del exorcismo.

En el diálogo hay dos partes sin continuidad entre sí. El segundo diálogo con los discípulos tiene su propio contexto de acciones. Este conjunto final de acciones y dialogo trabado empalma con el principio, tanto en la parte mostrativa como en la parte dialogada. La parte mostrativa empieza “al llegar junto a los discípulos” y en la parte dialogada el padre señala que los discípulos “no han podido” expulsar al espíritu.

Acciones                                                                                 Diálogos

Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre  que les rodeaba, y unos escribas que discutían con ellos. Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle.

 

Y se lo trajeron.

En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo

a tierra se revolcaba echando espumarajos.

Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre,

Y gritando y agitándole violentamente salió.

Y quedó como muerto, de manera que

muchos decían:

Pero Jesús, tomándolo de la mano,

lo levantó y se mantuvo en pie.

Cuando entró en casa

le preguntaron sus discípulos a solas:

 

—¿Qué estabais discutiendo entre vosotros?

— Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y en cualquier sitio que se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espumarajos y

rechinar   los dientes y lo deja rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

— ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.

— ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?

Desde muy pequeño; y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él. Pero si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.

— ¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!

— ¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!

¡Espíritu mudo y sordo: yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él!

— Ha muerto.

— ¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo?

—Esta  raza -les dijo- no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración

 

Esta unidad narrativa se puede analizar teniendo en cuenta el contexto, todo el evangelio, donde se encuentra. Contrastar aquellos otros pasajes que tienen una relación paradigmática con el fragmento seleccionado (analepsis y prolepsis): las discusiones de  los escribas, la eventos de curaciones; o temáticos como la fe, la compasión etc. Como lo propio de la narración es la linealidad,  las relaciones discursivas, son un elemento narrativo, pero se sale del límite impuesto, se trata estudiar fragmentos  ateniéndonos  a lo narrativo del texto delimitado y con una relectura  literal.

 

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